memorias de un abogado

Capitulos del XVI al XX
Una noche fue a visitar a doña Ana Davalos, la encontró en compañía de Teresa, como siempre.
Doña Ana estaba recostada en un canapé, ella agitando con violencia la manole pregunto, ¿viene a verme morir?, y el añadió, dirigiéndose a Teresa, que ua debía estar aquí. Ella diciendo asi, sacudia la palma y fijaba los ojos al reloj de mesa que tenia enfrente.
Aun no eshora, dijo, es seguro que no faltara. Doña Ana cerro los ojos y ya no dijo ninguna palabra. Luego dos golpes apenas perceptibles dados en la puerta que caia al corredor, adelante dijo, y dio dos pasoshacia la puerta como para recibir al que llamaba.
Doña Ana creía que el no llegaría, ella le dijo que había muerto y resucitado, y esta inclinado en parte, en los misterios de la otra vida. Despuésde decir esto se levanto y se dirigio a una puerta que estaba cerca del salón donde la encontraron tendida en el féretro la primera vez que la vio.
¿Qué hace aquí este joven? Pregunto a Teresa,después que estaban solos. Me contesto con el aire suplicante, -sabes que no guardo para ti secreto alguno de los que me pertenecen; pero faltaría yo a mis deberes, si satisficiera a tu deseo.
Pero esaspalabras le picaron la curiosidad mas vivamente, pero conociendo el carácter reservade de Teresa Mallen, comprendi que insistir en exigirle mas explicaciones, seria causarle inútilmente un desagrado.Luego de medi hora, al cabo de la cual se abrió la puerta del salón y apareció Velasco, cuya fisonomía impenetrable no dejaba ver la mas ligera emoción, ni indicio alguno que pudiera ponerme enaptitud de descifrar aquel misterio. Me puse en pie, tome mi sombrero, salí del gabinete y alcance a Velasco.
-¿Qué significa esto, Antonio? Le dije, ¿Cómo has venido a esta casa? -¿y a ti? Me contesto¿Quién te proporciono esta relación con la hija de un Oidor?
Yo le replique, tartamudeando, he sido llamado; pero tu…
-¿Quién te dice que yo no lo haya sido también? Pero yo debo tal vez mi...