Mierda

“Cine y Vanguardias Artísticas”
Vicente Sánchez-Biosca
Editorial Paidós
Paginas 184 a 2005


Capítulo 7
De la i provisación de Shadows al azar frío de Warhol

La vitalidad de los Sixties

La actual es una de esas épocas en que la actitud interpretativa es en gran parte reaccionaria, asfixiante. La efusión de interpretaciones del arte envenena hoy nuestras sensibilidades, tanto como losgases de los automóviles y de la industria pesada enrarecen la atmósfera urbana. En una cultura cuyo ya clásico dilema es la hipertrofia del intelecto a expensas de la energía y la capacidad sensorial, la interpretación es la venganza que se toma el intelecto sobre el arte.
Y aún más. Es la venganza que se toma el intelecto sobre el mundo. Interpretar es empobrecer, reducir el mundo, parainstaurar un mundo sombrío de significados (Sontag, 1996, 30-31).
Estas palabras de Susan Sontag aparecidas en aquel radical manifiesto de los sesenta que fue Contra la interpretación (1964) expresan en la jerga militante de la época el ansia vitalista que dio savia a la década. Con su tono polémico, Sontag abogaba por una bocanada de espontánea autenticidad, de vida, ante la asfixia provocada por losdiscursos heredados de la generación anterior, mostrando un ímpetu anticognoscitivo hiriente.
La Beat Generation, la Students for a Democratic Society, el Civil Rights Movement, el Black Power, los hippies oflower children, la contracultura, la movilización contra la guerra del Vietnam, la liberación de la mujer, el pensamiento posfrank-furtiano de Herbert Marcuse, las teorías sobre la nuevagalaxia posterior a Gutenberg que diseñaban los medios de comunicación de masas según el comunicólogo Marshall MacLuhan, el psicoanálisis marxista de Wilhelm Reich, las experiencias de comunas en San Francisco, el rock'n roll y la reacción integradora de la industria discográfica, la experiencia psicodélica, la relación con las drogas, el sexo libre y el auge de las religiones orientales... Son éstasalgunas de las conocidas y celebradas marcas de fábrica que aún recordamos de los años sesenta. Por supuesto, la enumeración, además de incompleta, es heterogénea: ciertos fenómenos pertenecen al mundo de la política y las reivindicaciones sociales; otros, en cambio, se cuentan entre las actitudes vitales; otros, en fin, corresponden al ámbito de la cultura y del pensamiento.
Si los añoscincuenta habían estado marcados, en cuanto a la vanguardia se refiere, por una sensibilidad esencialmente literaria (autoconciencia, quietismo, silencio), la de los sesenta se caracterizó por el radicalismo político y cultural (turbulencia, propensión a la obscenidad y a disyunciones tajantes, espectacularidad y ruido). En el contexto del extremismo político y el pacifismo a ultranza, surge también uninterés por la violencia y la crueldad, un despertar de la sexualidad perversa y el bullicio del rock ensordecedor frente a las estéticas musicales del silencio, como fue por ejemplo la de John Cage. Borrar las fronteras entre arte y vida (como en los happenings, las performances o el teatro dionisíaco del Living Theater, pero también en los multitudinarios conciertos de música), fusionar arte ypolítica (teatro-guerrilla, arte demostrativo), incorporarlos objetos cotidianos y los procedimientos de seriación de la cultura de masas al ámbito de lo artístico (como hará el pop art) son tan sólo algunas de las posibilidades, entre las que también se reconoce un espacio para la locura, como es manifiesto en las novelas de T. Pynchon, V. Nabokov o W. Burroughs.

El sociólogo Daniel Bellnos ofrecería, en cambio y desde un cuestionamiento vanguardista, una radiografía despiadada de este período caracterizado, en su opinión, por una paradójica ausencia de verdaderas revoluciones estéticas: «El climaterio se alcanzó hace cincuenta años. La sensibilidad del decenio de 1960 es relevante simplemente como prueba de que la estética de la conmoción y la sensación se había vuelto trivial y...