MIGUEL ANGEL ASTURIAS

EL HOMBRE QUE LO TENIA TODO TODO TODO
El hombre que lo tenía todo todo todo abrió los ojos muy asustado. Mientras dormía no tenía nada. Despertó bajo la lluvia de las campanillas de los relojes. Todos sonando al mismo tiempo. Cerrar los ojos es no tener nada. Abrir los ojos es tenerlo todo. El aguacero de los despertadores había pasado desperezóse una y otra vez, como si quisiera dar de sí,hacerse más grande. Dormía sobre sal. Sobre sal gruesa. Sobre un colchón de sal gruesa. Su respiración de imán. No respiraba con los pulmones como el resto de los mortales, durante la noche, sino con dos granes imanes escondidos en su espalda, y por eso él mismo se definía como un hombre con omóplatos de imán que dormía en un lecho de sal gruesa. Al respirar dormido, se le faltaba el colchón de sal,atraía con el aliento todo lo que era de metal. Todos los objetos metálicos que atraía desde cien metros a la redonda, poca plata, poco oro, y mucha escoria casi siempre. Gustaba por la mañana, eso rejuvenece, hace de saltamontes, empezó a buscar que pantuflas utilizaría, las pantuflas que le llevarían a saltos, enigmáticos y alegre, a su mesa de manjares matinales. Nadie de la servidumbre conocíael secreto de aquel moverse a saltos, el secreto de las plantillas de sus pantuflas, plantillas de pulgas apelmazadas que mereced a una substancia que poseen y segregan, saltan, saltan, como saltaba él inesperadamente. Trampolimpín, su perro que no tenía nada nada nada, los perros nunca tienen nada, logró escapar de la perrera y venía haciendo fiestas con la cabeza con el cuerpo, con la cola, abesar los pies del amo. Trampolimpín se detuvo lloroso, sin dejar de sacudirse. Comprendió que su amo le quería consultar algo. Pero las pulgas no lo dejaban ¿adónde ir después del desayuno?, se preguntaba su amo, mientras apagaba la pipi. Lo miraban a través de los ojos de Trampolimpín, todas las distancias. Todo, todo lo tenía, pero jamás pensó que eran suyas las distancias, las grandesdistancias… ¿Cómo imaginar que podían caber en sus bolsillos el cielo, el mar, el desierto, las montañas, las islas, los lagos, los ríos, las distancias terrestres? Era un hombre vestido de bolsillos. De los pies a la cabeza bolsillos y más bolsillos. Y… ¿qué encontró? Papeles de colores… cartoncitos y cartonotes… pasajes de trenes, de barcos, de aviones… todas las distancias en aquellos pasajes… todas lasdistancias…
II
No pasaron años, pasaron siglos. Generaciones y generaciones de chispas caleidoscópicas, chispas-hombres, chispas-mujeres. La vida. Y dentro el Hombre que lo Tenía Todo Todo Todo sin envejecer, con los mismos años que le adornaban al entrar al socavón -33 años-, en espera de la llave en forma de salamandra que no acababa de entregarle aquella Oceánida candente. ¿Qué reina no escapricho? –Reflexionaba el que todo lo tenía menos la llave de salamandra- ¿qué amor no es fuego difícil de encender y de apagar fácil?
Luz celeste, astros que se queman, os invoco, os llamo en mi auxilio, sirva yo de combustible si es necesario, alimente yo con mi cuerpo al ígneo amor de la imperturbable oceánida, que por fin me dará la llave de salamandra, ningún instante como aquel voces oía,hablaban, pero era habla humana, familiar, habla útil de gente entrelazada por su lengua, su existir, sus trabajos agrícolas. El campesino aquel, la cara nudosa, la nariz fuerte, hachados los ojos pequeños, vestía de pontífice. Se había ido formando con la lana de ovejas. El hombre que lo tenía todo, todo, todo logró apareársele. -¿Cómo es que eres tan rico, más rico que todos los millonarios,ya que lo posees todo, todo, todo? –No es la posesión de la riqueza como se entiende… -mi riqueza, mi poseerlo todo, todo, todo, consiste en eso, en salir en las noches estrelladas, alzar los ojos al cielo, y sentirme dueño de cuanto mis ojos abarca, -un concepto de propiedad divina… poseer el mundo como tú lo posees… dijo el Papa Juan.
El hombre que lo tenía todo, todo, todo al quedarse solo...