Modernidad: Los Miserables
Quedan frente a frente. El cura le saca lacapucha a Valjean para mirar su cara y le enrostra: “Y no olvide. No olvide jamás que prometió convertirse en un hombre nuevo”. Valjean asiente y pregunta: “Lo prometo ¿Por qué está haciendo esto?”. Le responden: “Jean Valjean, hermano mío, ya no le perteneces al mal. Con esta plata he comprado tu alma. Te he restacatado del miedo y el odio y ahora te devuelvo a Dios”. (Radclyfee, 1998, Los Miserables).En éstas cinco escenas de la película -adaptación del libro homónimo de Víctor Hugo es posible subsumir la Modernidad. Sin embargo, antes de desarrollar sus conceptos fundantes y los que la instalan como época, es necesario analizar un segundo momento del film que se relaciona con la muerte.
La parte por el todo
Albert Camus escribió: “¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice que no”.Aún cuando la oración pertenece al texto L’homme révolté, publicado en 1953, bien vale la pena rescatarla para analizar también la Modernidad.
“No”, como locución adverbial, significa “basta”, palabra que se instala en el film como subjetividad , rebeldía y libertad, acaso las primarias consecuencias de la ilustración y de la revolución francesa de 1789.
El evento acaece cuando lamonarquía imperante en Francia –la casa Borbon- trata de enterrar con los honores oficiales al general Jean Maximilien Lamarque -fallecido el 1 de junio de 1832- un conocido héroe de las guerras napoleónicas y miembro del parlamento francés que abrigó las ideas republicanas.
En medio de los gritos de avivamiento que profería el público exigiendola instauración de la República, aparece un hombre vestidode color café montado en un caballo del mismo croma, portando una bandera roja que representa las ideas liberales de la Revolución Francesa y la sangre de la guerra, a diferencia de la ropa negra de la comitiva, que emula al reinado y el conservadurismo tradicionalista.
El rocín se para en dos patas deteniendo a la columna y el obispo que lidera el zepelio lo increpa levantando su mano en laque porta la biblia, emulando a un escudo protector que busca evitar que la sola figura que encarna el jinete llegue al ataúd, como si con eso impidera la contaminación del cadáver hacia la eternidad católica. El pueblo se alza, se toma la urna y avanza; aparece el Ejército a reprimir y se inicia la revuelta. “¡A las barricadas!”, grita el líder de los comuneros, un estudiante que, polítizando alos excluídos en una ciudad como París (la Domus Áurea de la época), busca cambiar el estado de cosas inmutables, hasta ese momento encarnado en un rey.
Montesquieu (2002) respecto a la iglesia, reflexiona: “El poder del clero es tan peligroso en una república que conveniente en una monarquía sobre todo en las que van hacia al despotismo” (p.139).
De estas escenas, surge una ecuación cuyas...
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