nada
Gaetano Mosca
PREDOMINIO DE UNA CLASE DIRIGENTE SOBRE TODA LA SOCIEDAD
Entre las tendencias y hechos constantes que se encuentran en todos los organismos políticos, uno
es tan obvio que es obvio a toda manifestación: en todas las sociedades, comenzando desde aquellas
mediocremente desarrolladas y que apenas han arribado a lo primordial de la civilización,
terminando por las más numerosas y más cultas, existen dos clases de personas, una de los
gobernantes y la otra de los gobernados. La primera, que es siempre la menos numerosa, realiza
todas las funciones políticas, monopoliza el poder y goza de las ventajas que ello trae consigo; mientras que la segunda, más numerosa, es dirigida y regulada por la primera, de un modo más o
menos legal, ya más o menos arbitrario y violento, y ella la provee, al menos aparentemente, de los
medios materiales de subsistencia y de aquellos que para la vitalidad del organismo político son
necesarios.
En la vida práctica todos reconocemos la existencia de esta clase dirigente o clase política como en otra parte decidimos definirla.2 Sabemos que en nuestro país3 la dirección de la cosa pública está en
manos de una minoría de personas influyentes, a la cual la mayoría concede, voluntaria o
involuntariamente la dirección, y que lo mismo sucede en los países vecinos; y no sabemos de un
mundo organizado en forma diferente, en el cual todos, igualmente y sin alguna jerarquía, estén
sujetos a uno solo o todos en igualdad dirigiendo la cosa política. Si en teoría razonamos
diferentemente, es en parte debido a los hábitos arraigados en nuestro pensamiento y en parte a la
exagerada importancia que damos a dos fenómenos sociales, cuya apariencia es superior a la
realidad. El primero de estos fenómenos consiste en el hecho que en cada organismo político hay siempre una
persona que es la cabeza de la jerarquía de toda clase política y que dirige aquello que se llama el
timón del Estado. Esta persona no siempre es aquella que empuña legalmente el poder supremo; a
veces, junto de el rey o del emperador hereditarios, hay un primer ministro o mayordomo más poderoso; otras veces, en lugar del presidente electo, gobernará el hombre político más influyente
que procuró su elección. Bajo circunstancias especiales, puede haber, en lugar de una sola persona,
dos o tres que desempeñan las funciones de suprema dirección.
El segundo fenómeno se explica con un hecho que es de fácil percepción: cualquiera que sea el tipo
de organización social, las presiones provenientes del descontento de las masas que son gobernadas, de las pasiones con las que son agitadas, ejercen una cierta influencia sobre la acción de
la clase política.
1 Este ensayo es la reproducción del cap. 11 de la obra Elementi di Scienza Politica de Gaetano Mosca de su versión
original del italiano de 1896.
Teorice del Governo Parlamentare, cap. 1.
3 Mosca se refiere aItalia. (N. del E.)
2 Mosca,
Pero el hombre que está a la cabeza del Estado ciertamente no podrá gobernar sin el apoyo de una
clase numerosa para que sus órdenes sean seguidas y respetadas, y si él puede hacer sentir el peso
de su potencia en uno o, al parecer, varios individuos de esa clase, no puede en verdad desplazarlo por completo o destruir otra clase, sin la cual su acción estada completamente paralizada.
Por otra parte, aceptando que el descontento de las masas lograra deponer a la clase dirigente,
deberá necesariamente formarse, como más tarde mostraremos, en el seno de las masas mismas,
otra minoría organizada que desempeñe el oficio de clase dirigente. Por el contrario, cualquier ...
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