no volvere

No volvería a ver a mi mujer, ni a mi hija, ni sería testigo del nacimiento de mis nietos si es que alguna vez tenía alguno, cosa que esperaba que sucediera aunque no estuviera para verlo. Meperdería muchas cosas. Pero hacía tiempo que lo había aceptado, que sabía que lo que iba a hacer cambiaría el destino de la humanidad y no podía abandonarlo, no en ese momento.
Cuando me despedí de la mujercon la que había compartido los últimos veinte años de mi vida se echó a llorar. Ella, como yo, era una científica, pero aunque ambos comprendíamos las implicaciones de lo que estaba a punto de hacerera inevitable sentir tristeza, yo también la sentía, y cuando la estreché en mis brazos y sequé sus lágrimas no pude evitar sentir que mis propios ojos escocían y me apresuré a limpiarme antes deque ella lo viera; no quería empeorar la situación. De mi pequeña niña me despedí con un beso. Me estrechó entre sus brazos todavía demasiado cortos y rió, porque para ella no era la última vez que mevería, estaba segura de que volvería, siempre lo decía. Mi mujery yo no opinábamos lo mismo.

Mi piloto estaba listo para poner en marcha el motor. Nunca antes la humanidad había construido algosemejante. Lo habíamos bautizado Generador de Trazos Paralelos y ésa era la primera vez que lo pondríamos en marcha con humanos como pasajeros. En los dos anteriores intentos perdimos la comunicación conlos robots que debían enviarnos sus datos y a pesar de que eran muchos los que opinaban que el motor no abría un puente entre dos puntos del universo, sino que producía un efecto similar al que seproduce en los agujeros negros, aunque a una escala ínfima en comparación, debíamos correr el riesgo por la ciencia, por el bien de la humanidad.
Lo primero que escuchamos era el resultado de lavibración que producían los diez anillos concéntricos que giraban aumentando de velocidad hasta que el motor empezaba a generar energía. La nave comenzó a moverse. Todo el puente de mando guardó silencio...