Nuestro primer viaje



Nuestro primer viaje de Isabel Escobedo
Cuanto más avanzábamos, más lejos me parecía. Él estaba igual o más cansado que yo, pero trataba deno demostrarlo, porque sabía que si se rendía, yo también lo haría, en realidad desde que pasamos por la carretera quería acostarme en el pasto,lo único que me detenía era él, su entusiasmo por llegar y hacerme llegar. Sentía que mi trasero se hundía, se entumecía.
Hubiera querido teneresa vieja almohada dura que hay en la cama de mi abuelo, pero no, sólo tenía un asiento rígido y caliente.
La mochila que traía en mi espaldaparecía una gran caja de herramientas, hasta pensé en dejarla en el camino, o dársela a él, pero eso sería abusar demasiado, entonces, seguí conella con la única intención de comerme lo que había adentro.
Sus ojos se hacían cada vez más pequeños, su peinado de niño bueno, caía y caía; leagradecí al aire por eso, sólo lo de su cabello. En cambio mis ojos parecían “arnero”, ya ni siquiera podía ver con claridad los pájaros a lo lejos.En el transcurso había algunas casas, parecían abandonadas, con las fachadas tristes.
En ese momento me pareció que así habían estado siempre.Él dice que es una de esas casas donde vive una viejecita a la que nadie visita, lo mismo pensaba yo, sólo que no se lo dije.
Sólo sonreí pensandoen todo lo que podíamos coincidir si seguíamos hablando, pero no quería abrir la boca porque el aire entraría y entonces sí iba a rendirme.