pablo

Páginas: 9 (2075 palabras) Publicado: 21 de octubre de 2014
mundo era tan grande que no se podía recorrer.

SÁBADO, 4 DE DICIEMBRE DE 1993

La conferencia era en un lugar más formal de lo que había imaginado, y había más gente de la que esperaba. No entendí qué era lo que ocurría.
«Quién sabe, a lo mejor se hizo famoso», pensé. No me había dicho nada en sus cartas. Sentí deseos de hablar con las personas presentes, preguntarles qué hacían allí, perome faltó valor.
Me sorprendí al verlo entrar. Parecía diferente del niño que había conocido; pero en once años las personas cambian. Estaba más guapo, y le brillaban los ojos.
— Nos está devolviendo lo que era nuestro —dijo una mujer a mi lado.
Era una frase extraña.
— ¿Qué nos está devolviendo? —pregunté.
— Lo que nos fue robado. La religión.
— No, no nos está devolviendo nada —dijo unamujer más joven, sentada a mi derecha—. No nos pueden devolver lo que ya nos pertenece.
— Entonces ¿qué haces aquí? —preguntó irritada la primera mujer.
— Quiero escucharlo. Quiero ver cómo piensan, porque ya nos quemaron una vez, y pueden querer repetir la dosis.
— Él era una voz solitaria —dijo la mujer—. Hace todo lo posible.
La joven esbozó una sonrisa irónica y se volvió hacia delante, dandopor terminada la conversación.
— Para un seminarista, es una actitud valiente —prosiguió la mujer, esta vez mirándome a mí, en busca de su apoyo.
Yo no entendía nada, no abrí la boca y la mujer desistió. La joven sentada a mi lado me guiñó un ojo, como si yo fuese su aliada.
Pero yo estaba quieta por otra razón. Pensaba en lo que había dicho la señora.
«Seminarista.»
No podía ser. Él mehabría avisado.

Comenzó a hablar, y yo no conseguía concentrarme del todo. «Tendría que haberme vestido mejor», pensaba, sin entender la causa de tanta preocupación. Él me había descubierto en la platea, y yo intentaba descifrar sus pensamientos: ¿cómo estaría yo? ¿Qué diferencia hay entre una muchacha de dieciocho y una mujer de veintinueve?
Su voz era la de siempre. Pero sus palabras habíancambiado mucho.

Es necesario correr riesgos, decía. Sólo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana.Pero quien presta atención a su día, descubre un instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.
La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, noshace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones…, pero todo es pasajero, y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.
Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar haciaatrás —porque siempre miramos hacia atrás— oirá el corazón que le dice: «¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días? ¿Qué hiciste con los talentos que tu Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenías miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida.»
Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creeráen milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado.

Las personas lo rodearon cuando terminó de hablar. Esperé, preocupada por la impresión que tendría de mí después de tantos años. Me sentía una niña: insegura, celosa porque no conocía a sus nuevos amigos, tensa porque prestaba más atención a los otros que a mí.
Entonces se acercó. Se puso rojo, y ya no era aquel hombre que...
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