Padres permisivos... hijos infelices.

Padres permisivos... hijos infelices.

Héctor Lozano Moreno


Sin el ánimo de plantear un escenario apocalíptico, no podemos negar que vivimos en un mundo con tremendos retos para la estructura familiar y social. La increíble revolución tecnológica, la globalización, la economía de lo material con su gran manipulación mercadológica, nos han dejado la cultura de lo light, del placerinstantáneo, de la ley del mínimo esfuerzo, de la evasión y del relativismo.

Hemos sustituido la brújula por el reloj… vamos cada vez más rápido, pero no sabemos precisamente hacia dónde. Tenemos más formas de comunicarnos que jamás en la historia, pero nos sentimos más solos existencialmente que nunca.

Las fronteras entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo bueno y lo malo, entre lo sano y lopernicioso, se han ido borrando lentamente. Miles de mensajes subliminales en el cine, la televisión, los video juegos, el Internet y los anuncios espectaculares, nos invitan diariamente a invadir el terreno de lo prohibido, de lo oscuro, de lo ambiguo. Aquellos venerables personajes televisivos que, basados en sólidos principios morales, representaban el bien y combatían el mal (como el entrañableLlanero Solitario y Batman, por poner sólo un par de ejemplos, además de los cotidianos héroes de telenovelas y películas familiares) han sido sustituidos por oscuros personajes que, con gran inteligencia y pericia, se debaten en la indefinición entre sus valores y deseos de venganza… entre su sentido del humor y el sarcasmo y la ironía… entre el servicio y el egocentrismo. El mensaje que recibennuestros niños y jóvenes ante semejantes conflictos de personalidad es devastador. Los símbolos del éxito han dejado de estar asociados a la conducta rectamente formada, al amor, al bienestar y han sido sustituidos por el poder, el dinero, la fuerza física y la pericia para sacar ventaja de las situaciones, en detrimento de los demás.

Vivimos tiempos de relativismo… la verdad es puestadiariamente a prueba y se exalta la idea de que todo es relativo, que cada quien somos observadores desde ángulos diferentes y que al final… percepción es realidad, no siempre en el ánimo de defender la empatía y la tolerancia, sino con la convicción de que cada uno de nosotros tenemos el supremo derecho de hacer con nuestra vida lo que nos venga en gana… aunque con ello lastimemos a los demás odeterioremos las estructuras de nuestra sociedad.

Los datos son alarmantes y no se pueden ocultar. En México cerca de siete millones de jóvenes de la población de entre 12 y 29 años de edad no trabajan ni estudian. Y las cifras van en aumento. De 100 niños que ingresan a la primaria sólo 62 terminan la secundaria, 25 la preparatoria y únicamente 13, la universidad.

El suicidio en nuestra naciónconstituye la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 19 y 25 años de edad, con un incremento del 33% en el último año.

Para no pecar de fatalistas, habrá que decir que esto no significa que en el pasado todo haya estado bien… pero es verdad que en las últimas décadas hemos dado grandes y veloces pasos hacia la autodestrucción, degradando los valores y poniendo en riesgo el futuro del mundo.La ley de la entropía nos demuestra que todos los sistemas tienden al caos y que es normal que cuando un sistema, ya sea político, económico, físico, químico, social o de cualquier naturaleza, ha alcanzado un nivel de madurez, comience su declive y degradación. Así es que, cierto deterioro es natural. Sin embargo, debe haber un punto de inflexión en el que las sociedades conservadoras,cambiaron sus paradigmas e impulsaron un nuevo concepto de individuo y de familia.

Y seguramente habrá más factores que los que aquí he de mencionar, pero uno importante sin duda, acaso vital, es el relativo al paradigma de la educación infantil y juvenil. Después de la turbulenta década de los sesentas y la resaca de los 70’s, irrumpieron en el mundo con gran fuerza, teorías que intentaban...