pensamiento social
El pasadonos había acostumbrado a depender de Europa para reflexionar sobre nuestra realidad. La colonia no tenía quien ni porqué pensar: la metrópoli lo hacía por ella. Lo máximo a que podía aspirar era formar sus letrados, sus hombres cultos, en la metrópoli, según los patrones culturales allí imperantes. La Independencia, con la consiguiente inserción en la división internacional del trabajo y laformación de los Estados nacionales, nos obliga a un esfuerzo para el que no estábamos preparados. Carecíamos, para ello, de resortes propios: escuelas, universidades, tradición cultural, así como de industrias y tecnología para asegurar la reproducción de nuestra economía. En otros términos, no poseíamos las condiciones materiales y espirituales para crear un pensamiento original. En esas condiciones, loque harán nuestros países es importar los productos acabados del pensamiento europeo, del mismo modo como importábamos las manufacturas y hasta los hombres necesarios a la reproducción de nuestra base económica. El liberalismo nos decía que ello debía ser así y lo creíamos. Faltaba, entonces, la justificación de porqué nuestras sociedades, nuestros Estados, nuestra cultura diferían tanto de suscongéneres europeos. Independientemente de la penetración entre nosotros del idealismo, el positivismo, el darwinismo social y el mismo socialismo, los ideólogos de nuestras clases dominantes acabaron por inclinarse hacia el único factor que, de verdad, parecía explicar esas diferencias: la raza. Explicación tanto más conveniente cuanto que nuestros criollos, por mezclados que fueran, habíanexcluido de la vida política al grueso de la población, ésta sí confesadamente mestiza.
Rodó en Uruguay —dando origen a una corriente culturalista más optimista en toda la región, el arielismo—, Justo Sierra y Antonio Caso en México.[12]
Hacia una teoría social latinoamericana
Paralelamente, se intensifican las relaciones comerciales y políticas entre los países de la región, soporte necesario paraun concepto autónomo de latinoamericanismo. Hasta entonces, la idea de Latinoamérica se había esbozado desde Europa, en tanto que simplificación apta para el esquematismo ignorante, tanto por los gobiernos como por la izquierda; no por acaso la Internacional Comunista, al plantearse la cuestión colonial, eludirá el estudio particular de nuestros países y preferirá abordarlos como integrantes de loque llama de "China del extremo occidente". En otra perspectiva, la concepción del subcontinente como una verdadera región se formulara, desde Washington, en el marco de una política expansionista, inspirada en doctrinas como el pangermanismo o el paneslavismo, entonces en boga.[16]
Pero esto va a cambiar. Valiéndose en buena medida del marxismo, aunque no sólo de él, y empezando coninterpretaciones y propuestas de carácter regional, como en Ramiro Guerra, o continental, como en Haya de la Torre, así como con la generalización de aportes originales que trataban de explicar situaciones nacionales, como los de Mariátegui, Latinoamérica se ocupará luego de la reconstrucción de su historia, llegando a producir estudios como los Caio Prado Junior, Sergio Bagú, Julio Cesar Jobet y los...
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