Pensar La Arquitectura
La dura pepita de la belleza 29
De las pasiones a las cosas 39
El cuerpo de la arquitectura 53
Enseñar arquitectura, aprender arquitectura 65
¿Tiene la belleza una forma? 7 1
La magia de lo real 83
La luz en el paisaje 89
Una intuición de las cosas
En busca de la arquitectura perdida
uando me pongo a pensar enarquitectura emergen en mí determina cas imágenes. Muchas están relacionadas con mi formación y con mi ba¡o como arquitecto; contienen el saber que, con el paso del tiem
he podido adquirir sobre la arquitectura.Otras imágenes tienen que
ver con mi infancia; me viene a la memoria aquella época de mi vida en e vivía la arquitectura sin reflexionar sobre ella. Aún creo sentir en
m rnano elpicaporte, aquel trozo de metal, con una forma pa recida al corso de una cuchara, que agarraba cuando entraba en el jardín de mi C3.. Aquel picaporte se me sigue representando, todavía hoy, como un
:; 'gllO especial de la entrada a un mundo de sentimientos y aromas varia e-os. Recuerdo el ruido que hacían los gui jarros bajo mis pies, el suave br o de aquella madera de roble de laescalera,siempre bien fregada, y
:odavia retengo en mis oídos cómo la pesada puerta de la calle se cerra oa tras de mi, y recorro el sombrío pasillo y entro en la cocina, el úni co espacio de la casa realmente luminoso.
Solo este espacio - así se me quiere aparecer hoy-tenia un techo que
no se difuminaba en una luz indirecta, y las pequeñas baldosas hexago na.es del pavimento, de un rojo oscuro ycasi sin junta, oponían a mis pasos una inflexible dureza, mientras que del armario de la cocina ema naba aquel singular olor a pintura al aceite.
En esa cocina todo era como suel e ser en las cocinas tradicionales. No tenía nada especial. Pero quizá precisamente por ser, de una forma casi natural, una cocina ordinaria, ha quedado tan presente en mi memoria como símbolo de lo que es unacocina. La atmósfera de ese espacio se ha fundido para siempre con mi representación de lo que es una cocina.
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Y así podría proseguir con una narración continuada que hablara de todos los picaportes que vinieron después de aquel picaporte que abría la puerta del jardín de mi tía; o de los suelos, o de las blandas superfi cies de asfalto calentadas por el sol, o de los adoquinesrecubiertos de hojas de castaños en otoño, o bien del particular sonido que cada puer ta emitía al cerrarse: algunas lo hacían de un modo suave y elegante, otras con un fino y justo chirrido, y otras,a su vez,con dureza,con mag nificencia, intimidantes.
Recuerdos de este género contienen las vivencias arquitectónicas de
más hondas raíces que me han sido dadas a conocer, y constituyen loscimientos ¡:le los estados de ánimo y las imágenes arquitectónicas que trato de sondear en mi trabajo como arqu i tecto.
Cuando me pongo a proyecta r me encuentro siempre, una y otra vez,
sumido en viejos y casi olvidados recuerdos,e intento pregu ntarme:qué exactitud tenía, en rea lidad, la creación de aquella situación arquitectó nica;qué significó entonces para mí, y en qué podría servirmede ayuda tornar a evocar aquella rica atmósfera que parece estar saturada de la presencia más obvia de las cosas, donde todo tiene su lugar y su forma justa. En este proceso no deberíamos destacar,en absoluto, ninguna for ma especial, pero si dejar sentir ese asomo de plenitud, y también de riqueza, que le hace a uno pensar: eso ya lo he visto alguna vez,y, al mis mo tiempo, sé muybien que todo es nuevo y distinto,y que ninguna cita d i recta de una arquitectura antigua revela el secreto de ese estado de
ánimo preñado de recuerdos.
Construido de materia
Las obras de Joseph Beuys y algunos artistas del grupo del arte pavera encierran bajo mi punto de vista algo instructivo. Lo que me impresio na es el empleo preciso y sensorial del material que hay en esas obras...
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