Picss

Si no mal recuerdo, era como la una de la tarde cuando comenzó a llover.
Mi novio René y yo estábamos dispuestos en ir a comer antes de que entrara a trabajar, sin embargo, Beto nos había advertidoque el MURA: Museo Raúl Anguiano, estaría cerrado en Domingo.
Retuvimos nuestra hambre y respiramos hondo para postergar la comida un rato más.
En el camino, me preguntaba una y otra vez cómosería posible que las obras originales de Picasso y Joan Miró estuvieran en Guadalajara a pesar de toda la inseguridad, el robo a casa habitación, los atentados y demás incidentes. Suspiré… SeguramenteBeto solamente lo estaría diciendo por llamar la atención o algo así, en fin, era mi tarea y tenía que ir.

Llegamos cuando había dejado de llover, había varios carros estacionados afuera y apenas yconseguimos un espacio vacío para estacionarnos. Al bajarnos, un guardia nos miró receloso y nos siguió observando hasta que entramos al museo. Ahí, todo estaba muy bien iluminado y tres chicas nosrecibieron en el mostrador del museo, una de ellas nos dijo: "Hola chicos, la entrada al museo tiene un costo de quince pesos y si tienen credencial de estudiante, cuesta la mitad". Sacamos el dinero ypagamos. Iniciamos nuestro recorrido por el lado izquierdo, que era donde comenzaba la zona de Picasso y Miró.

El museo es un edificio rectangular, alto; sin embargo, la zona de exposición esredonda, o al menos por la distribución y las luces así me pareció a mí… Tal vez no lo era, pero creó esa impresión en mí. Las obras estaban colocadas una después de la otra, a un espacio promedio, sininterrumpir la visión; estaban delimitadas en cuanto a aproximación por una línea tinta marcada en el piso, y cada una estaba acompañada por su nombre al lado inferior derecho.
René miraba conconfusión las obras y chasqueaba la lengua: "¿Por qué habrán sido tan millonarios, tan famosos si solo pintaban cosas raras y simples?" … Por mi parte, solo le lanzaba miradas de "Cállate, solo observa!"...