Poesia De Fausto Adrian Garcia Mejia
Aún se escucha mi infancia, bailando entre sucres,
aquella sobre acero, entre chispas silenciosas,
cubierta sobre noches despiertas en sus manosmecánicas,
aquella infancia, que se balancea en mi columpio de recuerdos
la misma que tiene fragancia a humildad.
Siento ese sonido, martillo tras martillo, entre sus ampollas
deaquel hombre, que lleva nombre griego, y cabello nieve.
Es él, mi padre eterno, el que me visita en su bicicleta
el que nunca conoció la derrota.
Se oye su voz caminar haciala puerta;
lo veo desde arriba, se acerca, con sus piernas desiguales,
se acerca, con su merienda entre sus gastados brazos:
café cargado, y dos panes anormales son supremio
a mi viejo fraguador que duerme desde aquel agosto.
Ahí viene, es él, intento corregir mis pasos y llegar a él,
allí viene mojado, sucio, agotado y muerto de hambre;
loabrazo entre su olor a metal, me besa
con las agujas de su barba blanquecina,
mientras mi madre le pone el queso entre pergaminos.
Oh, tú gran señor, he aquí tu familia,la que te cuidó desde aquel septiembre,
cuando tu mujer viajó al nido de los mortales sin despedirse;
yo tu nieto, tu pequeño enemigo te he venido a esperar,
sobre elvehículo que lleva parte de ti, el que llena mis memorias
del lugar de mi pasado transparente.
No te vayas, toma mi mano y duerme sobre mi regazo,
no importa que la vida haya sidoal revés para ti,
porque aquí estoy desde que tu corazón perdió carbón
y detuvo tu fragua, aquí estoy esperando cada noche
que asegures mis sueños, porque aún sigues vivoJulio Mejía,
y visitas siempre mis torrenciales atardeceres.
(A la memoria de mi abuelo Julio Arquímedes Mejía Serrano, mi padre eterno, el cancerbero de mi alma)
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