Popo Con Chili Calientico

EL QUÍMICO DE LAS PROFECÍAS
DIMITRI I. MENDELÉIEV
Horacio García
COLCIENCIAS – ALFAOMEGA

EL MUNDO DE MENDELÉIEV

Introducción: donde parece que nos equivocamos de personaje

Los presos despertaron sobresaltados ante el rumor de pasos y el entrechocar de sables. Por la estrecha ventanilla aparecía la pálida luz del amanecer del 22 de diciembre de 1849. Chirrió la llave en la cerradura yla puerta de una de las celdas de la fortaleza de Pedro y Pablo, en San Petersburgo, se abrió para dar paso al oficial de guardia y al inspector de la prisión.

Los acusados recibieron sus ropas de civiles y procedieron a obedecer la orden de vestirse rápidamente.

Unos carruajes, rodeados de una fuerte escolta de soldados de caballería, los esperaban en la neblina del exterior. Era un pocomás de las seis de la mañana y hacía mucho frío. Alguien ordenó: "¡Uno por coche!", y una vez así distribuidos, el convoy se puso en marcha.

"¿Hacia dónde vamos con la escolta militar?", se preguntó Dostoievski, el futuro autor de Crimen y castigo. ¿Los conducirían ante un jurado militar?

El viaje, desagradable, se alargaba, y parecía que salían de la ciudad cuando por fin los coches sedetuvieron; se abrieron las portezuelas y los asustados presos descendieron en un campo nevado.

Pronto reconocieron el lugar. Se encontraban en la plaza de armas del regimiento Semenovski y a su alrededor se congregaba una multitud de más de cuatro mil personas; una multitud extrañamente silenciosa: mujeres del pueblo con la cabeza cubierta con pañuelos anudados bajo la barbilla, barbudoscomerciantes envueltos en pieles, estudiantes con la gorra calada hasta las orejas. . .

Eran los habitantes de San Petersburgo, en su mayoría pobres, que habían acudido a presenciar el desenlace del escándalo; a ser testigos de la justicia del zar Nicolás I.

En el centro de la plaza aparecía una tarima y en ella unos postes de madera; al frente, rodeándola, se encontraban formados numerosos soldados deinfantería. "¡En fila!", ordenó un oficial. Empuñando una cruz, un pope, vestido de negro, se puso al frente y el cortejo de acusados inició la marcha rumbo a la tarima.

Uno de los infelices sujetos llegó de pronto a una terrible conclusión que expresó en voz alta: "¡Nos van a fusilar!"

"¡No es posible!", pensó Dostoievski. Su complot contra el zar había sido inofensivo. Ni habían tomadolas armas, ni habían incitado a nadie a hacerlo, aun cuando en alguna de sus exaltadas reuniones alguien hubiera opinado en voz alta que eso era lo necesario. Por supuesto, habían denunciado la triste situación de Rusia, la esclavitud de los campesinos, la corrupción de los gobernantes, el atraso económico, la injusticia social mantenida en los tribunales, el hambre del pueblo. . .

Pero al fin decuentas, era un grupo de jóvenes dispuestos a entregarse a un ideal para mejorar la vida de sus compatriotas; nunca representaron un peligro real para el gobierno. La pena de muerte era desproporcionada ante lo que había sido considerado su delito.

Después de subir al patíbulo, el cortejo se detuvo. Destacando sobre el cielo de color gris de la mañana fría, un auditor en el centro de la tarimaempezó a leer, con monótona voz, el texto de los supuestos crímenes y la sentencia del primero de los condenados.

El infeliz palideció al escuchar el final: ". . . ¡condenado a muerte!". Sin pausa el auditor pronunció otro nombre y repitió la lectura: ". . . ¡condenado a muerte!". Uno tras otro, golpe tras golpe, todos los acusados oyeron el anuncio de su condena. Dostoievski era el sexto dela lista: "No nos lo merecemos", pensó, "¡es injusto!; ¡es despiadado!; es cruel y tonto. ¡Nos van a hacer mártires!"

Cuando el auditor terminó la lectura el pope descendió de la tarima, dejando a los condenados con un grupo de soldados que los ataban a los postes.

Ante los sollozos de unos, el castañetear de dientes de otros, la serenidad de algunos más, Dostoievski cerró los ojos,...