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La diferencia radica en dos vertientes: (i) el DIH está pensado en su mayoría para los conflictosarmados internacionales, de modo que existen varias lagunas en materia de conflictos armados internos y (ii) los conflictos armados internos casi siempre están enmarcados en la pretensión de legalidadde uno de los actores (estados) y la ilegalidad de los otros (guerrillas, grupos minoritarios, movimientos políticos, etc.)
En estos contextos, la pretensión de neutralidad se ve claramente amenazada,porque está de por medio el dilema de si la asistencia a las víctimas, la reserva y el no tomar partido hacen parte de una complicidad no consentida con la ilegalidad. Claro, en el caso de losEstados enfrentados en una guerra siempre estará la duda de si hubo un recurso legítimo a la fuerza, pero este interrogante se hace más profundo cuando un Estado está atravesado por una guerra interna en laque el ordenamiento jurídico condena y deslegitima los actos de violencia por y en contra de sus ciudadanos y residentes.
La comprensión de lo complicado que es la neutralidad impone recordarsiempre que ésta implica una toma de posición respecto de algo que se traduce en la no participación. En ese sentido, la neutralidad pura es un sofisma y sólo puede ser ejercida cuando se tiene claro...
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