Prólogo de zaratustra

Páginas: 21 (5065 palabras) Publicado: 27 de enero de 2011
En el Prólogo, Nietzsche nos cuenta que, a los treinta años, Zaratustra, se retira a la soledad de la montaña, donde le acompañan  sus dos animales heráldicos: el águila, símbolo del orgullo, y la serpiente, símbolo de la inteligencia. Alli aprende su sabiduría, y un día decide bajar a predicársela a los hombres. En el descenso hacia ellos tropieza con un eremita «que no ha oído todavía nada deque Dios ha muerto». Al llegar a la ciudad encuentra al pueblo reunido en el mercado y   «comete la gran tontería de todos los eremitas»: hablar al pueblo, es decir, hablar a todos y no hablar a nadie. Sus discursos son, pues, para todos y para nadie. El fracaso es total, y el pueblo se burla de él. Sin embargo, Zaratustra les ha enseñado la doctrina del superhombre, mostrándoles
además la imagendel último hombre. Tras enterrar a un volatinero qué había caído a tierra mientras divertía al pueblo («tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no hay nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión: por ello voy a enterrarte con mis propias manos»), Zaratustra descubre una
nueva verdad: no se debe hablar al pueblo. Desde ahora «cantaré, dice, mi canción para los eremitassolitarios o en pareja; y a quien todavía tenga oídos para oír cosas inauditas voy a abrumarle el corazón con mi felicidad». Zaratustra se retira orra vez a la montaña, y así acaba «el Prólogo de Zaratustra».

Prólogo de Zaratustra

Cuando Zaratustra tenía treinta años abandonó su patria y el lago de su patria y marchó a las montañas. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no secansó de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, y una mañana, levantándose con la aurora, se colocó delante del sol y le habló así:
        «¡Tú gran astro! ¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!.
        Durante diez años has venido subiendo hasta mi caverna: sin mí, mi águila y mi serpiente te habrías hartado de tu luz y de este camino.
        Peronosotros te aguardábamos cada mañana, te liberábamos de tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan.
        Me gustaría regalar y repartir hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto a regocijarse con su locura, y los pobres, con su riqueza.
        Para ellotengo que bajar a la profundidad: como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar llevando luz incluso al submundo, ¡astro inmensamente rico!
        Yo, lo mismo que tú, tengo que hundirme en mi ocaso, como dicen los hombres a quienes quiero bajar. ¡Bendíceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia incluso una felicidad demasiado grande!
        ¡Bendice la copa que quieredesbordarse para que de ella fluya el agua de oro llevando a todas partes el resplandor de tus delicias!
        ¡Mira! Esta copa quiere vaciarse de nuevo, y Zaratustra quiere volver a hacerse hombre»
        - Así comenzó el ocaso de Zaratustra.

2

        Zaratustra bajó solo de las montañas sin encontrar a nadie. Pero cuando llegó a los bosques surgió de pronto ante él un anciano que habíaabandonado su santa choza para buscar raíces en el bosque. Y el anciano habló así a Zaratustra:
        No me es desconocido este caminante: hace algunos años pasó por aquí. Zaratustra se llamaba; pero se ha transformado. Entonces llevabas tu ceniza a la montaña: ¿quieres hoy llevar tu fuego a los valles? ¿No temes los castigos que se imponen al incendiario?
        Sí, reconozco a Zaratustra. Puro essu ojo, y en su boca no se oculta náusea alguna.
¿No viene hacia acá como un bailarín?
        Zaratustra está transformado, Zaratustra se ha convertido en un niño, Zaratustra es un despierto: ¿qué quieres hacer ahora entre los que duermen?
        En la soledad vivías como en el mar, y el mar te llevaba. Ay, ¿quieres bajar a tierra? Ay, ¿quieres volver a arrastrar tú mismo tu cuerpo?...
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