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Se realiza la gran profecía de Ezequiel: "Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo… infundirémi espíritu en ustedes y haré que siga mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes". (36:25-27). De hecho, de lo profundo de nosotros mismos nacen nuestras acciones: es el corazón el quedebe convertirse a Dios, y el Espíritu Santo lo transforma si nosotros nos abrimos a Él.
La Tradición de la Iglesia afirma que el Espíritu de la verdad actúa en nuestros corazones, suscitando aquel"sentido de la fe" (sensus fidei), el sentido de la fe a través del cual, como afirma el Concilio Vaticano II, el Pueblo de Dios, bajo la guía del Magisterio, indefectiblemente se adhiere a la fetransmitida, la profundiza con un juicio recto y la aplica más plenamente en la vida (cf. Constitución dogmática. lumen Gentium, 12). Probemos a preguntarnos: ¿estoy abierto al Espíritu Santo, le pido paraque me ilumine, y me haga más sensible a las cosas de Dios?
Y ésta es una oración que tenemos que rezar todos los días: Espíritu Santo que mi corazón esté abierto a la Palabra de Dios, que mi corazónesté abierto al bien, que mi corazón esté abierto a la belleza de Dios, todo todos los días. Pero me gustaría hacer una pregunta a todos ustedes: ¿Cuántos de ustedes rezan cada día al Espíritu...
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