Recluta a amigos
-¡Sólo da un paso al frente y déjate caer! ¡Anda, sé valiente!Tuve ganas de propinarle un golpe, pero no podía moverme.-¿Qué te pasa? -me animó -. No lo pienses.Quise impulsarme. Mi cuerpo sebamboleó y Riky soltó unacarcajada.-¡Estás temblando de miedo! Quítate. Voy a demostrarte cómose hace.Llegó junto a mí.-¡Papá, mamá! Miren.Mis padres saludaron desde abajo. Cuando se iba a arrojar,lodetuve del brazo.-Si eres tan bueno
–
murmuré -, aviéntate de cabeza, o deespaldas. Anda. ¡Demuéstrales!-¡Suéltame!Comenzamos a forcejear justo en el borde de la plataforma.-¡Vamos!
–
repetí -.Arrójate dando vueltas, como los verdaderosdeportistas.-¡No! ¡Déjame en paz!Mis padres vociferaban histéricos desde abajo:-¡Niños! ¡No peleen! ¡Se pueden a caer! ¡Se van a lastimar!¿Qué les pasa?¡Felipe! ¡Suelta a tu hermanito!Riky me lanzó una patada. Aunque era más ágil, yo era másgrande. Hice un esfuerzo y lo empujé; entonces perdió el equilibrio,se asustó y quiso apoyarse en mí, pero en vezde ayudarlo, lo volvía empujar.Salió por los aires hacia un lado.
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Me di cuenta demasiado tarde de que iba a caer, no en laalberca, sino afuera, ¡en el cemento! Llegaría al piso de espaldas ysunuca golpearía en el borde de concreto.Escuché los gritos de terror de mis papás. Yo mismo exclaméasustado:-¡Nooo!Muchas cosas pasaron por mi mente en esos segundos: Elfuneral de mi hermano, mis padresllorando de maneradesconsolada, los policías deteniéndome y llevándome a la cárcelde menores. De haber podido, me hubiese arrojado al aire paratratar de desviar la trayectoria de Riky y salvarle lavida.Mi hermano cayó en el agua, rozando la banqueta.Me quedé con los ojos muy abiertos.Salió de la fosa llorando. Estaba asustado. No era el único.Todos lo estábamos. Cuando bajé las escaleras,encontré a mipapá furioso.-¿Pero qué hiciste, Felipe? -me dijo -. ¡Estuviste a punto dematar a tu hermanito!-Él me provocó
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contesté -, se burló de mí...-¡Cállate!Papá levantó la mano como para darme...
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