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Realidades del Vargas.
2:30 pm, los pasillos del hospital Vargas están abarrotados de pacientes y hasta de animales con algunas partes cercenadas. No se puede describir de una manera exacta elpunto crítico en que se encuentran las instalaciones del hospital, pareciera que dejaran a los pacientes y camillas en el pasillo para que se recuesten en las paredes y así se evitase su derribo. Esimpresionante no poder calcular contando con los dedos de las manos la cantidad de personas paradas por la falta de sillas y el número de enfermeros, cuyos rostros solo reflejan desesperación ydecepción. Se oyen gritos por doquier: “No hay camillas, se acabaron las jeringas, así no se puede trabajar, así no puedo hacer nada” emitidos por los pocos enfermeros que se atreven a dar la cara.Algunos se excusan diciendo que la emergencia no funciona pero “hay otras áreas que sí lo hacen” como por ejemplo el área de dermatología, que según un Doctor que deambulaba en el lugar funciona casien “perfección”. “Algunas fallas, sí; falta de personal y tardanza en las consultas” añadió. Parece surreal, pero por lo visto es el premio de consolación de algunos.
Ya en el área de emergencias,efectivamente no se puede encontrar otro nombre que le quedase como anillo al dedo, su estado de emergencia es evidente. En estado de emergencia están los aspirantes a pacientes que llevan horasesperando, en emergencia están las instalaciones, los doctores que han pasado meses recibiendo un pago “mediocre” y en esas mismas condiciones está aquel hospital que expide el olor a abandono y producemiradas no deseadas por parte de quienes lo visitan, con esa especie de coctel de olores entre sangre coagulada y carne descompuesta; con el deterioro de la infraestructura sumado a la abundantecorrupción que beneficia a unos pocos con las carencias de otros.
Recostados a las paredes se encontraban dos enfermeros que decían entre ellos: “Aquí ya no hay ni formol y eso que no hemos llegado...