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La tolerancia religiosa en México del siglo XIX




Por Raúl González Lezama
Investigador del INEHRM



Fue necesario recorrer un largo camino lleno de acaloradas discusiones y cruentos enfrentamientos, para hacer comprender a los hombres que el ejercicio de una confesión religiosa es cuestión de conciencia individual y que la sociedad y el Estado no pueden, de ninguna manera,tener injerencia en esa decisión personal. En México fue muy difícil desterrar la idea de que al Estado correspondía defender la integridad de una sola religión, la cual se consideraba la única que podía practicarse dentro de sus límites territoriales. No debemos olvidar que la protección de la religión fue una de las banderas esgrimidas durante la guerra de independencia por sus principalescaudillos, tanto es así, que el segundo punto de los Sentimientos de la Nación de José María Morelos indicaba “Que la religión Católica, sea la única, sin tolerancia de otras”, idea reflejada en la Constitución de Apatzingán y que fue adoptada en el Plan de Iguala como uno de los principios bajo los que se logró la consumación de nuestra Independencia, creando un Estado confesional que asumía comooficial un credo determinado.

De este modo, al conseguirse la emancipación de la Nueva España, la religión católica permaneció incrustada de forma inseparable en la vida política y social de México. Por eso, los intentos de implantar alterar o vulnerar de cualquier manera las prerrogativas del clero desembocaron en violentos rechazos, que muchas veces tomaron la forma de rebeliones, asonadas ygolpes de estado, que adoptaron como divisa el lema “religión y fueros”. Esta amarga experiencia la vivió directamente Valentín Gómez Farías, cuando durante su gestión presidencial, intentó realizar las primeras reformas políticas en ese sentido.

Fue hasta la mitad del siglo XIX cuando el triunfo de la revolución de Ayutla brindó a los liberales la oportunidad de iniciar una transformación de laestructura sobre la que se asentaba el Estado mexicano, que había nacido a su vida independiente con un pie anclado en las instituciones y prácticas virreinales, mientras que el otro intentaba afirmarse en el mundo moderno, apoyado en instituciones republicanas que no lograban consolidarse por la existencia de figuras de origen medieval que entraban en franca oposición con el modelo republicano.La Ley Juárez, aboliendo los fueros eclesiásticos y militares, consiguió la igualdad de todos los hombres ante la ley, la Ley Lerdo inició la desamortización de los cuantiosos bienes inmuebles de las corporaciones religiosas, la Ley Iglesias puso un coto a muchos de los abusos que cometía el clero en el cobro de las obvenciones y derechos parroquiales. Sin embargo, uno de los puntos más candentesquedaba por resolverse: la libertad de cultos.

Durante el Congreso Constituyente de 1856-1857, el tema fue abordado con mucha delicadeza, incluso con temor; por esa razón, se jugó con el lenguaje y se pretendió presentar el asunto de una manera disfrazada, tratando en lo posible, ocultar el verdadero significado de la innovación que se deseaba incluir en el texto. El proyecto de constituciónpresentado por la Comisión de Constitución lo propuso de la siguiente manera:

Art. 15. No se expedirá en la República ninguna ley, ni orden de autoridad que prohíba o impida el ejercicio de ningún culto religioso, pero habiendo sido la religión exclusiva del pueblo mexicano la Católica, Apostólica Romana, el Congreso de la Unión cuidará por medio de leyes justas y prudentes, de protegerla encuanto no se perjudiquen los intereses del pueblo ni los derechos de la soberanía nacional.

Como puede verse, en ningún lugar del artículo se decía que en México se reconocía al individuo el derecho de profesar libremente la religión que más le acomodara, ni de que los templos o ministros de cualquier otra confesión distinta a la católica, serían respetados y gozarían de los derechos y protección...