Reseña del libro: polvos de arroz
Su mundo se reduce a observar su jardín con esos verdes que lastiman y a tejer ropa para niños junto con su hermana mayor Augusta, su vida no comprende más allá de la puerta desu casa, su mundo eran pocas personas: don Teodoro Rabasa, padre de ambas, Rodolfo Gris, el enamorado de Camerina y padre de la hija de Augusta, y una sirvienta; y ya al final Julia, la hija deAugusta, su esposo el arquitecto Morente y sus dos hijos.
Su vida fue marcada por el claustro al que fue destinada por sucesos normales y traumáticos vividos desde su infancia como: una terribledecepción al enterarse de que su hermana Augusta ha sido embarazada por Rodolfo Gris, su eterno prometido, con el que por cierto nunca tuvo intimidad; de niña murió su madre, muchos años después murió suenamorado infiel, y finalmente su padre. Mientras en el país, en la ciudad donde vive, La Revolución arruinó cada ser viviente con identidad mexicana, alimentando el miedo con aquellos ruidos de disparosensordecedores que hacían que Camerina rezara con mucho mas devoción por don Teodoro Rabasa, esfumándose su tranquilidad, y viniéndose abajo los negocios de su prometido, haciendo que su familia seenclaustrara aún más, y que sus sueños se desmaterializaran por completo.
El tiempo pasaba lento e inadvertido teniendo la misma rutina de las visitas de mañana a la iglesia o de las compras almercado, su vida no pasaba de ello, de la monotonía de su vida, en donde cualquier basura tendría más sentido.
A esta altura de la historia ¿Podría haber algo más deprimente y ridículo? La respuesta es: Sí.A sus setenta años en una tarde calurosa, fue víctima de un impulso de erotismo al vislumbrar a dos albañiles desnudos de la cintura para arriba, transpiraban y trabajaban para la libido de...
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