Revolución Y Cultura: Una Búsqueda Posrevolucionaria.

Muchos intelectuales apuntalaron a la Revolución Mexicana como un proceso inacabado, en permanente renovación en sus principios e ideales.[2]

De ahí que la revolución se conformó como ideario en un programa y en una esperanza de mejorar la situación de las clases desprotegidas en aras de la modernidad y de que México entrará en pleno proceso de convertirse en una nación moderna. Dilema delcual no ha escapado México en la conformación de su ser histórico, entre lo moderno y lo tradicional, por configurar una imagen de México par él y para el mundo, como lo ha expresado el historiador Mauricio Tenorio Trillo:

“La modernización, como la nación, es asumida, como una sola, un único proyecto sin bemoles. La modernización, como la nación, tiene enemigos: la tradición, lo viejo, loanacrónico...(Tenorio Trillo 1993,23)


--------------------------------------------------------------------------------

IV
Lo viejo y lo nuevo

Esta disputa por la cultura posrevolucionaria se da en el amplio campo de la ideas y los grupos culturales de las elites mexicanas que construyen el imaginario social de la cultura mexicana.

Lucha que se expresa en la transmisión de las generacionesque comparten una época, unos retos y una voluntad poderosa para enfrentarlos y darles una respuesta, estamos hablando de las generaciones. [3]

Lo que transitó y sirvió de bisagra entre los estertores del siglo XIX y los albores del siglo XX fue la “generación de los siete sabios” o generación de 1915” conformado por: Vicente Lombardo Toledano, Antonio Castro Leal, Alberto Vázquez del Mercado,Manuel Gómez Morín, entre otros, que permitieron un cambio sociocultural profundo en la conformación de nuevas relaciones entre el poder y la elite política.

Como bien lo ha expresado Manuel Gómez Morín en un espléndido ensayo de 1927 con el nombre de 1915:

“Cada generación vive a ser, también, un nuevo esfuerzo, en la interminable labor dolorosa de un sino, de “una cultura”, del espíritu deuna raza, para cumplirse, para realizarse”.
(Gómez Morín 2002, 21-22)

Esto nos recuerda otra vez la necesidad de traspasar la frontera de la destrucción (lucha armada) y de la construcción (lucha ideológica), por la cual pregonaron tantos intelectuales de la vida académica y cultural del país.

Sólo basta echar una mirada a la producción cultural y al despliegue de la lucha de ideas en losdistintos campos de la vida nacional para observar la riqueza, complejidad y variedad de las manifestaciones artísticas del México posrevolucionario.

Un claro ejemplo de este proceso de cambio entre lo viejo y lo nuevo, entre lo pasado y el presente se encuentra en un artículo del crítico de arte y escritor Luis Cardoza y Aragón, “Arte y Revolución” que sintetiza muy bien este sentir del cambioy de lo que permanece, de lo que se vigoriza en el presente a través del pasado:

“La tradición contribuye invitando a romper la tradición para formarla; a sustituir sus verdades muertas por verdades vivas; a cambiar el sentido mismo del arte, a crear así valores permanentes clásicos” (Cardoza y Aragón 1935,40)

Es la búsqueda de lo mexicano, de ese tiempo que es pasado pero a la vez espresente, de ese indagar constante en la tragedia llamada revolución mexicana para bucear en las zonas más obscuras y difíciles del alma mexicana.

Y así aparecen constantes encuentros y desencuentros entre lo indígena y lo blanco, entre las sociedades primitivas (etnias) y el mundo moderno (occidental), entre lo popular y lo “refinado” que se ven reflejadas en múltiples obras desde distintos camposde las ciencias sociales.

Mito y origen, desarrollo del país, creación de las ideas, interpretación de la historia, explicación de lo indígena, la panacea de la educación rural y sexual del mexicano, filosofía de lo mexicano, son algunas de las vertientes que se dan en el mosaico de la cultura mexicana posrevolucionaria.[4]

Es el momento del espíritu provinciano y nostálgico del mundo...