Romeo y Julieta

Romeo y Julieta, otra forma de morir
Un calor empezó a recorrer su cuerpo y fue subiendo desde sus pies por las piernas. Invadía su muslos y recorría poco a poco su abdomen. El vapor interno llegóal corazón y como si este fuese producto de lava que arrasa con todo lo que toca, llenó los ventrículos, las arterias y venas de cenizas. Ya todo en su alma estaba carbonizado y de ahí a su cabeza elcalor no tardó en subir. Después que se tiene lleno de fuego el corazón las neuronas no hacen lo correcto. Esa fue la mayor expresión de ira que tuvo jamás. Él no sabía que le pasaba, pero era unamezcla de impotencia con un ardor interno. Se sentía engañado, usado, triste, melancólico y algo le decía, como si de una voz interna se tratara, que debía hacerlo. No podía creer que esos dos cuerpopudieran estar en el mismo lugar y además haber confesado tener diez años despertando en la misma cama, pasando las navidades y cada año nuevo juntos. Pero ambos habían planeado sorprenderlo esa mañanade su cumpleaños y allí estaban los tres, sin planificarlo, sin pensar que el destino sabía jugar tan sucio. Así fue como sin pensarlo, mirando esos cuatro ojos que lo veían y moviendo su brazoderecho hacia la biblioteca que estaba junto a él; alcanzó el arma que le había dejado como herencia su padre. La apretó, su mente estaba como en efervescencia, había duda pero sin que pudiera controlar supulso, apuntó de forma lenta a la cabeza de él y con sus ojos abiertos, llenos de unas lagrimas que nunca derramó, presionó el gatillo. En cámara lenta con el pulso que retumbaba en su sien, giró unosdiez grados su brazo y volvió a disparar, ella alcanzó a gritar. Su último grito fue de dolor, de duda, de súplica, y como si de una corta melodía se tratara a continuación un gemido acompañó sucaída al suelo. Dejó caer el arma. Quizá por el peso, la ansiedad o la confusión. Tenía una bala menos pero igual tenía el peso de dos vidas sobre ella. Él estaba tembloroso, su mente empezó a construir...