Rosa Parks TRADUCIDO
: Un símbolo de la lucha contra la discriminación racia
l
El 1 de diciembre de 1955, la señora Rosa Parks, una ciudadana norteamericana negra, costurera
de profesión y residente en Montgomery (Alabama), regresaba a su casa en autobús desde su
lugar de trabajo.
Estaba afiliada al NAACP, un movimiento en defensa de los derechos civiles de los negros, y en
los últimos años había asistido a las clases de una escuela obrera para aprender los derechos de
los trabajadores y estudiar los problemas que planteaba la desigualdad racial. Aquel 1 de
diciembre, como cada día, la señora Parks, muy fatigada tras su jornada laboral, subió al autobús,
escogió asiento y decidió no levantarse cuando el conductor le indicó que su puesto estaba
reservado para un pasajero blanco. Era consciente de que desobedecía la ley, pero también de
que la ley era injusta y contraria a la Constitución.
En la Alabama de aquella época, así como en otros estados del sur de EE. UU., la legislación
contenía todavía buenas dosis de racismo. Desde hacía muchos años, la política de segregación
entre blancos y negros no era considerada discriminatoria. La sentencia del Tribunal Supremo
Plessy contra Ferguson, de 1896, había estimado adecuada a la Constitución la fórmula “iguales
pero separados”, es decir, que establecer barreras físicas entre blancos y negros no era contrario
al principio de igualdad. Sin embargo, en 1954, un año antes del suceso que relatamos, otra
sentencia del mismo Tribunal, la Brown contra Board of Education, rechazó por unanimidad esta
doctrina y consideró inconstitucional la segregación por razón de raza. La batalla legal se
empezaba a ganar.
En aquellos estados del profundo sur, a pesar de haberse abolido la esclavitud, quedaban todavía
muchos vestigios racistas, muchos prejuicios de los blancos respecto de los negros. No había
esclavos, pero la separación entre las personas de las dos razas era todavía un hecho e, incluso,
un derecho: había separación entre personas de ambas razas en ciudades y pueblos, en escuelas,
tiendas y restaurantes, en cines, museos y librerías, en parques, playas y piscinas, hasta en los
ascensores de un mismo edificio, además de un gran número de servicios públicos, entre ellos el
de transporte.
En los autobuses de Alabama, los asientos acolchados de las primeras filas estaban reservados
exclusivamente a los blancos. En la parte de atrás, en duros bancos de madera, se amontonaban
los negros.
Las filas de en medio, en el caso de que toda la parte trasera estuviera completamente ocupada,
podía ser utilizada también por los negros siempre que ningún blanco tuviera que permanecer de
pie por encontrarse repleta la parte delantera, la de los asientos acolchados. Si ese fuera el caso,
los negros debían desocupar toda una fila para que la persona blanca pudiera sentarse sin riesgo
de contaminación por la peligrosa cercanía de las gentes de color. Como el número de negros
que utilizaban los autobuses era mucho mayor que el de blancos, lo más frecuente era que la
parte delantera estuviera casi vacía y la trasera abarrotada.
Aquel día la señora Parks se sentó en esta zona de en medio y los mullidos bancos delanteros
estaban todos ocupados.
Cuando al autobús subió un blanco sin encontrar sitio en la zona a él reservada, el conductor del
autobús mandó a los negros de toda una fila que se levantaran. La señora Parks estaba en esa fila:
no se movió y siguió sentada. Desde hacía años, cada vez que cogía el autobús, se sentía harta, ...
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