Sin Nombre
—Siempre es así —susurro Mackenzie.
Eran las 8 Pm, Jack se habíaido y no pensaba regresar hasta la mañana siguiente, arrastrando los pies por fin llego a la sala y se dejo caer en el viejo sofá rojo, siempre había pensando que era dinero malgastado pero ahora más que nunca lo necesitaba, nada podía estar peor; tomo fuerzas y llego hasta el dormitorio para tomar un pijama y unas pastillas. Ya no había.
—intento de suicidonúmero Dos, vamos por buen camino.
Se regaño a ella misma por eso, estaba pasando por una de sus crisis y la única salida viable había sido atiborrarse de pastillas hasta parar en elhospital y después de un lavado de cerebro adjuntado a dos días de visitas por parte de los especialistas en psicología y psiquiatría de la clínica mas una autorización y un folleto de unprograma de rehabilitación, la habían liberado.
Vidas difíciles y gente sin cerebro, siempre había sido así. Saco un paquete de cigarrillos y fue encendiéndolos uno a uno, unas horasdespués la caja se encontraba en el suelo y las colillas asestadas aleatoriamente entre el cenicero y el suelo, la señorita de cabello naranja roncaba mientras a lo lejos se escuchabael paso presuroso de alguien, un portazo, alguien dejaba bolsas sobre la mesa de la cocina.
— ¿cuánto has estado durmiendo?
Era la única pregunta que pasaba por la cabeza de Jackmientras veía como Mackenzie depositaba un dulce beso en su mejilla, eran pasadas la media noche y todo el lugar apestaba.
—Te deje como 5 mensajes—le reprocho.
—Estoy enferma.
—Ya sabes loque pienso sobre mentir, ¡necesitas tratamiento psicológico!
— ¡No estoy loca!
—Entonces, ¿por qué lo hiciste?
—Porque estaba desesperada.
— ¡¿Hay algo que va mal acaso?!
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