Tabla Rasa

CRÓNICAS
03-06-2009
EL
IMPARCIAL
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TABLA RASA: El fanatismo en Camboya
Por: Elvira Blanco Santini
Abordar el tema del genocidio –y de aquello que le sirve de trasfondo imprescindible, el fanatismo- es una tarea complicada: uno se enfrenta a un universo de situaciones, comprendidas en mayor o menor extensión en las páginas dela Historia, que quisiera poder desvanecer o corregir. Sin embargo, “el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana”[1], un cáncer potencial que puede evitarse si se identifica y se toma conciencia de su peligrosidad, por lo que es necesario hablar de ello. Quise tomar como base el auto-genocidio del Khmer Rouge en Camboya que, por lo demás, es una tragedia humana terriblede la que poco se sabe en Occidente, en comparación con la información que abunda sobre otros casos similares.
D. Gray/ AP

¿Por qué Khmer Rouge?
La mejor manera de comprender el poder destructor de la mente fanática, especialmente la que tiene acceso al poder, es escuchar un testimonio de primera mano. Hace dos años estuve estudiando francés en París; específicamente, en un institutodentro de la Universidad Católica. Se trataba de cursos universitarios como muchos otros, con la excepción de que en algunas clases había al menos un sacerdote o religiosa de alguna Iglesia cristiana. En mi clase había un sacerdote camboyano; se llamaba Ang-Lee Suon. Debía tener unos treinta y seis años. Era reservado y callado, jamás faltaba a clase, era respetuoso, ordenado, y amable. Creo que no lohabía escuchado decir más de unas cuantas frases cuando fue su turno de hacer una exposición oral en la clase de francés general: cada uno de nosotros debía preparar una presentación sobre algún personaje o evento importante de nuestros países. Yo no quería caer en el lugar común de Simón Bolívar, así que la hice sobre un poeta. Una estadounidense expuso sobre Martin Luther King. Una taiwanesahabló de un Grande Liga de su país que juega con los Yankees de Nueva York. Una hongkonesa habló de un escritor de novelas policíacas, un ucraniano habló de un pianista de concierto. Eran figuras que reflejan orgullo y bondad. Pero cuando llegó el turno de Ang-Lee, se levantó y dijo, calmadamente, en su voz fina y baja, que iba a hablar sobre el Khmer Rouge, porque “no siempre se puede hablar de lobueno. También hay maldad en el mundo”. Recuerdo la cara de pesadumbre de la profesora. Yo no sabía nada sobre ese tema, así que lo escuché atentamente mientras compartía sus conocimientos sobre uno de los regimenes más mortales –y una de las ideologías más inhumanas- del siglo XX, cuyas consecuencias resuenan aún en Camboya. Hablaba sobre el adoctrinamiento de los niños y sobre la muerte impunede un líder, Pol Pot. No se me borra de la mente el tono de su voz, siempre apacible, al afirmar que el sacerdocio es una de las únicas formas de optar a una buena educación en su país destruido, incluso una de las únicas maneras de adquirir un proyecto de vida. A partir de su charla sentí la necesidad de averiguar más sobre este auto-genocidio que, tal vez por haber sucedido en un país que a losvenezolanos ni nos viene ni nos va, muchos de nosotros no conozcamos. El Khmer Rouge es un ejemplo letal de fanatismo en acción.

Aprender a ser abiertos
El fanatismo parte de una concepción absolutamente errada de la realidad, y un desconocimiento de la dignidad humana. Si un hincha de un equipo de fútbol puede ser peligroso si se excita demasiado durante un partido, es evidente la gravedad deuna existencia humana fundamentada en fanatismo: cada aspecto de la vida estaría impregnado de intolerancia y superioridad moral. Ser fanático puede resumirse en ser cerrado hacia lo diferente. De ahí la importancia de una educación en aras de lograr apertura espiritual, algo que no puede alcanzarse sin que impere una comprensión básica del valor humano. El fanatismo puede prevenirse, o incluso...