teleros

LOS TELEROS

I – MARÍA Y JOAQUÍN
Mi mujer es María. Yo me llamo Joaquín. Estamos muy unidos los dos. Llevamos casados... a ver, a ver...ya no sé. No recuerdo. Es que perdí la cuenta. ¡Parecería que nunca fui soltero...!
Mi mujer y yo trabajamos lana de oveja y lana de llama. La hilamos y sabemos hacer milagro en nuestro telar casero: matras, fajitas, ponchos, alforjas...
Cuando vienen losturistas acomodo las prendas en el alero del rancho y me dispongo a vender. Así vamos ganando el pan. Sencillito, nomás.
Somos gente de paz. Nos conocen todos los vecinos. Pero no nos llaman por el nombre, no. A raíz del trabajo en el telar, nos llaman los teleros. ¿Si nos queremos María y yo? Vaya si nos queremos.
Pero voy a confesar un dolor, una pena. Es una penita muy chica y escondida, si sequiere. Una pena de nada que nunca hemos hablado... y que los dos sabemos.
Somos una pareja. Somos un matrimonio. Nos amamos. Pero nos falta un hijo. Queremos como el aire ser familia.
Es que el amor siempre tiene que ver con la vida. Y ya ven: querríamos darle vida a nuestro amor. Tener un hijo es... como hacer el mundo.
Ya lo saben, entonces. Es un sueño escondido. Una esperanza vieja. Tener un hijosiquiera. Aunque fuera uno solo. Acunarlo en los brazos, así como se hace. Trabajar para él... Porque ésa es la razón del amor: hacerse servicial con los más chicos, con los más indefensos.
Pero... de esto que les cuento, ¡ni palabra a María! Cuidado, por favor. No se les vaya a escapar. Miren que ella es tersa como vicuña, humilde como torcaza, tibia como pan casero, dulce como mistol.


II –PASEOS
Cuando hemos tejido bastante y no hay turistas, salimos a pasear entre las serranías. Juntamos boldo, peperina, poleo, romero, yerba buena... Cosas sembradas a la buena de Dios entre cuarzos y micas. Hierbas medicinales que sirven para un té. También me sé arremangar para cosechar en los arroyos los berros más frescos del mundo.
Cualquier ñire, tala, molle o algarrobo tiene clavel del aireprendido en sus ramas. Junto los florecidos, porque después los vendo.
Y así vamos, a veces toda la tarde sin cruzar dos palabras. Somos gente callada porque no hay lenguaje mejor que la armonía. Al promediar la tarde, yo le digo a María:
-Ya es hora de volver...
Y al llegar a las casas nos salen al encuentro los changos de la vecindad para ver qué traemos. Les mostramos: piedras con cuarzo, vainasde algarroba, huevos de iguana, berros...
Y después viene el trance difícil: hay que entrar en el rancho donde nadie espera, donde todo es silencio. Ustedes no pueden imaginarse qué cosa santa es tener un hijito, alguien al que llamarlo “mi hijo”. A quien querer, para quién trabajar y por quién preocuparse, a quién alimentar con lo poco y lo mucho...
María calienta leche, corta el pan y elquesillo. Y ahí quedamos los dos mientras va anocheciendo.
- Joaquín... ¿vas a dormir?
- Sí, María. Ya voy...
Nos acostamos y soplamos la vela. Entonces entra la noche al rancho.
- Joaquín... tal vez mañana llueva...
-Sí, María... tal vez.

III – MIENTRAS LOS TELEROS DUERMEN...
El carancho ya lleva casi nueve meses viajando. Está cansado. Ahora anochece. Vuela sobre las serranías. Sube hasta él un intensoperfume a peperina y poleo florecidos. Aspira y piensa:
-“Es la tierra que reza...”
El carancho siente como una borrachera feliz. Mira hacia abajo. Ve mil estrellas. Son luciérnagas, pero el cree que vuela cabeza abajo. Trata de volar al revés y sucede algo terrible:
-¡La rosa...!
El pimpollo ha caído del carcaj. Se hunde en la bruma nocturna.
Y ahora, ¿qué hará para recobrar al pasajero?
Entredos sierras se asoma la Luna. Luce peluca nueva. Señal de lluvia. Allá abajo, los arroyitos serranos se llenan de reflejos.
El carancho vuela en círculos. Trata de adivinar dónde ha caído su amigo. Pero inútil. Sólo ve mil farolitos voladores.
Debería bajar a hacer una inspección, pero está muy cansado. El perfume estival le va robando el corazón.
Baja a la orilla de un arroyo. Bebe.
Y lo vence...