Tengo Miedo Torero
Cuando la novela comienza, en la primavera de 1986, el gobierno prepara las festividades del Día de la Independencia, celebrando otro catastrófico once de septiembre, cuando el General Augusto Pinochet dirigió un sangriento golpe en 1973 para deponer el presidente democráticamenteelegido, el socialista Salvador Allende, y las protestas de estudiantes y los disturbios callejeros están el plena actividad.
La Loca no es una criatura política. Sus apresurados días de calle han quedado atrás, y ella se mantiene bordando los manteles y las ropas de cama para las esposas ricas del régimen.
Así que cuando el guapo Carlos viene a pedir permiso para esconder cajas con libroscensurados y realizar sesiones nocturnas del estudio en su casa, ella no sospecha nada. Cuando ella se da cuenta (Carlos y sus amigos están involucrados con el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, un grupo rebelde que tramaba derrocar a Pinochet), es demasiado tarde. Ella tiene la cabeza sobre tacones y no podría menos que cuidar las granadas arrumadas en su sala de estar. Y su asociación con Carlos laconduce a un cierto despertar político.
Cuando el lirismo se mantiene bajo control, las oraciones exuberantes de Lemebel (traducidas de modo sensible por Katherine Silver) son encantadoras y evocadoras. Pero en los momentos en que la escritura es sobreexcitada, bombardea al lector con imágenes mal emparejadas y con literaciones distractivas.
El propio General hace apariciones episódicas en ellibro, pero no hay una visión fascinante de la mente de un dictador malo. El está generalmente en compañía de su esposa sumamente tonta, aguantando su incesante parloteo acerca de las últimas tendencias de la moda o la sabiduría política de su estilista personal.
Cuándo él no se está lamentando de haberse casado con una musaraña, o escuchando esas calmantes marchas militares, los pensamientosde General giran en cosas como recordar su décima fiesta de cumpleaños, cuando apareció uno de los 40 niños que su madre lo forzó a invitar, dejando a Augustito comerse toda la torta de cumpleaños (rencoroso desde chico, él le había mezclado partes de insecto).
Este es un material ligeramente divertido e irreverente, pero va demasiado lejos, y uno comienza a preguntarse por qué el cuentoprincipal se interrumpe para dar aire a estas caricaturas chillonas y marchitas. No hay esfuerzo de hacer creíbles como personas a Pinochet y a su esposa. Pero quizás ese es el punto. Tal vez representar a un dictador brutal como un tonto aterrorizado por su esposa es un gesto político, encogiendo al tirano al tamaño de tira cómica y restándole poder en la memoria colectiva. En cualquier caso, no laconvierte en una lectura terriblemente interesante.
El aspecto más compulsivo de la novela es la amistad improbable que florece entre La Loca y Carlos, aunque aún esto no se explora con mucha profundidad. La Loca es obviamente el personaje que más interesa a Lemebel, y a ella le otorga una personalidad y una historia distintiva. Ella es una figura conmovedora, una diva envejecida y consciente...
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