Teología y ciencias
Si por ciencia se entiende un complejo amplio de enunciados, que salen al paso con la exigencia de ser objetivamente verdaderos y, por lo mismo, generalmente obligativos, prescindiendo de cómo se haya llegado aadquirirlos, de cómo se verifican y de qué probabilidades tienen de ser en general aceptados de hecho, en tal caso está claro que la teología cristiana no puede renunciar a la pretensión de ser una ciencia.
Pero si por ciencia se entiende sólo complejos de enunciados adquiridos con ayuda de métodos muy determinados, experimentales,por ejemplo, o cuyos modelos de pensamiento se acreditaninmediatamente por medio de su práctica aplicación,quedando aceptados en general de hecho, entonces no necesita la teología cristiana, bajo el presupuesto de un concepto de lo científico fijado tan a priori y definitivamente, alzarse con la exigencia de ser una ciencia. Necesitará, a lo sumo, señalar que puede, sin embargo, pensar metódica, rigurosa y penetrantemente. Y discutirá con radicalidad que nopueda el hombre construir su existencia y responsabilidad respecto al contorno de su pensamiento y de su obrar moral, sino sobre la. ciencia definida así. La cuestión, pues, de si la autocomprensión de la teología ante la ciencia de la naturaleza es autocomprensión de una ciencia ante otra ciencia, no toca para nada el meollo de lo que tenemos que preguntamos aquí.
Pero sí es importante, para unrecto entendimiento de nuestra pregunta, ver que la teología no se deja imponer su propia comprensión por las ciencias de la naturaleza, a las que ni siquiera puede aceptar como última instancia; en la decisión acerca de si su autocomprensión es o no legítima. Con lo cual de ningún modo decimos que dicho diálogo de la teología con las ciencias naturales sea de antemano imposible o superfluo. Elhombre ni
puede, ni debe realmente, existir esquizofrenicamente. Por tanto, si es teólogo, al menos en cuanto que es
creyente o en tanto que no puede evitar sentirse convencido por un creyente y por su teología, esto es, que no
puede eludir el careo con quien así le convence, y si al mismo tiempo es un científico de la naturaleza, al menos
en cuanta que vive en un mundo acuñado por las modernasciencias naturales y en el cual él mismo está acuñado
también de mil maneras en su privadísima vida espiritual por dichas ciencias, entonces no podrá pasar por alto
en su existencia la coexistencia de la teología y de las ciencias de la naturaleza. Tendrá que preguntarse si esas
dos realidades pueden de veras coexistir legítimamente, o si tal coexistencia, objetivamente imposible, no...
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