Todo Se Vende

TODO SE VENDE CON EL CULO

Soy un amante de las experiencias nuevas, soy un fiel seguidor de todo aquello que me aporta nuevas vivencias, unas un tanto desapacibles como otras que me enriquecen y me cimentan en mi paso por esta vida. Con este morbo por lo desconocido, decidí emprender una nueva aventura, esta vez, en un escenario repudiado, tachado, mutilado y criticado por una buena tajada dela población, un espacio donde convergen tanto cientos de personas, como miles de historias con ambiguos sentimientos, un lugar donde abundan ríos de semen en desiertos de amor, un lugar al que catalogamos prostíbulo.
Salí de mi casa a encontrarme con mis amigos de toda mi vida que se encontraban en la estación de Alcalá, en el norte de Bogotá. Una vez nos vimos, nuestros rostros parecían habersedevuelto en el tiempo diez años y esa sonrisa de maldad típica de esa infacia en plena postrimería se apoderaba de nuestras facciones, a tal punto, que los pasajeros de ese J72 empezaban a sospechar nuestra ansiosa pero temerosa actitud frente a lo censurado y lo mitificado. Fueron 40 minutos después de haber puesto el primer pie en dicho expreso, que las sospechas de las pasajeros eran aún másevidentes, teniendo algunos de ellos la respuesta del por qué habíamos atravesado la ciudad entera. Habíamos llegado a La Piscina.
Discretamente nos acercábamos al lugar. Paralelo a ello, nos embargaba un leve delirio de persecución, que en primer lugar era la posibilidad de un atraco y en segundo, pero aún mas importante, era el posible encuentro con algún familiar o amigo, lo cual era unsinónimo de bajeza e infamia colectiva, que sin lugar a dudas desencadenaría en una vergüenza vitalicia y una catástrofe de grandes proporciones.
Así pues entramos, mirábamos de arriba a abajo explorando el lugar y procurábamos tener el mismo comportamiento y cuidado que cuando se entra a una clínica, en la cual, su recorido implica no tocar, y ni siquiera rosar una pared por temor a contraer unaenfermedad, en este caso contraer una arrecheritis crónica.
Al irnos introduciendo lentamente al lugar, eramos unos camaleones capitalinos, pues nos camuflábamos y al correr de nuestros pasos nos mimetizábamos con ese color azul cantina invadido de neones por doquier. Era el momento donde empezaba a percibir ese olor característico del que ya me habían hablado, un olor que se podía medir en polvos porsegundo, o más explicitamente, un olor que mezclaba estridentemente pachuli de Yanbal con feromonas fingidas y media gota de vinagre. Ese olor a sexo desenfrenado y a arrecheritis aguda, me obligó a fumarme un cigarro, cigarro que me dió un conocimiento previo de las personas con las que las colaboradoras sexuales tenían que lidiar.
Pedí candela prestada a un señor de aproximadamente ciencentímetros de barriga, camisa de lino, cuatro botones abiertos y un un bigote tan poblado que un beso de estas salvavidas que trabajaban allí costaba más que el mismo polvo. Este pintoresco individuo me respondió en tono un poco provincial “claro chinito”. Ese fue mi primer contacto con alguien, sin embargo a los otros decidí observarlos para tener algo que hacer mientras consumía mi recién iniciadocigarrillo. Allí hacían presencia viejitos a los que personalmente cuestionaba su virilidad y afirmaba su verdosidad, traquetos a quienes la urbanidad de carreño era su antónimo de vida, obreros quinceniados, ejecutivos “saliéndose de la rutina” y jóvenes como nosotros haciendo pilatunas, todos ellos congregados en este tan poco beato lugar.
Empezaron a salir los shows en vivo y todos los presentesen el lugar empezaron a transformarse, los que se encontraban más cerca se limitaban a mirar con cierto morbo, otros aplaudían, algunos chiflaban, mientras que los que más sufrían de la enfermedad que ya he enunciado, se limitaban a cruzar las piernas y a procurar no levantarse de su mesa.
Aunque una tertulia sobre Durkheim y los hechos sociales no cabía, el latin jazz era una utopía, pues las...