tregua entre pandillas el salvador

La tregua salvadoreña:
Impacto, interés y posibilidades de réplica
en el resto de países de Centroamérica.
Con el fin de los conflictos armados en Guatemala y El Salvador, la suscripción de
acuerdos de paz y el viraje hacia la democracia, se ha venido dando un escalonado y
alarmante aumento de la violencia criminal. Según el informe de 2011 del Observatorio
de Seguridad Ciudadana de la OEA,Guatemala pasó de tener 2904 homicidios en el año
2000, a casi 6500 en 2009. El Salvador, un país más pequeño y con menos de la mitad
de población que Guatemala, muestra una escalada casi idéntica: 2341 homicidios en
2000 a 4349 en 2009.
En Honduras, pese a que su historia reciente difiere un poco de la salvadoreña y la
guatemalteca, se observa el mismo fenómeno. Honduras comenzó la décadacon 3176 y
la cerró, en 2010, con 6236, según la misma fuente.
En 2006 el gobierno de Felipe Calderón comenzó la guerra contra los cárteles de la
droga en México. Ese año hubo en aquel país 11 muertes violentas por cada 100 mil
habitantes. El mismo año, en El Salvador, hubo 58, en Guatemala 45 y en Honduras 43
(Banco Mundial, 2011). La violencia en el triángulo norte (Guatemala, El Salvador yHonduras) ha llegado a superar en sus índices de homicidios a la de un país en medio de
una guerra declarada por el gobierno contra el crimen organizado.
A fines de los años noventa, las autoridades y la opinión pública en general, comenzó a
asociar buena parte de la violencia en el triángulo norte con el accionar y rápido
crecimiento de las pandillas juveniles. Era aquel uno de los fenómenosde la posguerra
que con mayor frecuencia captaba la atención de los medios de comunicación y de la
sociedad en general (junto con la corrupción de los nuevos gobiernos y la capacidad de
mutación que demostraron las viejas estructuras contrainsurgentes, convertidas ahora
algunas de ellas, en poderes paralelos vinculados al crimen organizado).
No obstante, a lo largo de la década pasada, lasinformaciones sobre las maras y
pandillas provenientes de distintas fuentes (ministerios del interior, gobernación o
seguridad de los países; medios de comunicación; centros académicos de investigación
y organismos internacionales), no eran sino una suma de contradicciones. Mientras unos
hablaban de organizaciones verticales con jerarquías perfectamente definidas y
vinculacionesinternacionales con el crimen organizado, otros afirmaban que su
capacidad criminal era limitada y su organización dispersa. Mientras unos afirmaban
que su número en la región ascendía a casi medio millón de personas, otros desmentían
tales aseveraciones arrojando números en ocasiones irrelevantes. Las mismas
contradicciones se observaban en relación a los vínculos entre las maras y pandillas con
el crimenorganizado, que iban desde afirmar que tales vínculos eran orgánicos hasta

decir que de haberlos, éstos se limitaban al sicariato y al narcomenudeo en los barrios en
que operaban.
La respuesta de los gobiernos fue análoga: se privilegió la mano dura para combatir
dicho fenómeno. Por ejemplo, las políticas en El Salvador de mano dura (2003) y súper
mano dura (2004) o la Ley de Proscripciónde Pandillas (2010); la política de cero
tolerancia y la Operación Trueno en Honduras (2003) o el Plan Escoba en Guatemala
(2003), en dónde, además, se registró un número importante de ejecuciones
extrajudiciales de jóvenes residentes en barrios marginales. Basta ver el aumento casi
vertical en los índices de homicidios para conocer el resultado de tales políticas.
En estos tres países sellevaron a cabo reformas penales en las que se tipificaba como
delito la pertenencia a las pandillas (leyes de proscripción de pandillas) al tiempo que se
efectuaron redadas y detenciones masivas y generalizadas en aquellas áreas marginales
y conflictivas, cuyo resultado más notorio no fue otro sino el aumento significativo de la
población penitenciaria con todos aquellos problemas derivados...