Trenes

I- El último rápido a Terminal

La mirada de Fournier se pierde en un horizonte angostado. “Barrio de tango” vuelve a escaparse del altavoz que estropea los compases con su distorsión. “...unpedazo de barrio allá en Pompeya”. Arrastrada y reversible, la voz del Polaco le busca la sonrisa a Fournier. Es su pasaje favorito. Le alimenta nostalgias de otros lugares y tiempos mejores. Aunque él,como ese Manzi, nació viejo, evocador, mirando para atrás. Inventarse un pasado para justificar el presente era un recurso conocido por imperios, tahúres y maridos.
Se buscaba en retazos deotros con la ilusión de no encontrarse. Vivir era no encontrar la pieza que faltaba sabiendo, como sabía, que hacía mucho que la tenía escondida y que armar su rompecabezas era más heroico y menospeligroso que verlo terminado.
No tiene nada contra Goyeneche. Pero le desconfía. Será por el culto excedido de los fanáticos con ese amor necrófilo y ajeno por una voz desgarrada, imperfecta yTerminal. A contramano de esa devoción estaba la estampa que él creía recordar. La de ese otro Polaco, un gringo grande y afectuoso de voz ordenada y gesto claro. “Ya no es tiempo de gestos ni gringosgrandes” sentencia, sin estar muy seguro de que eso sea cierto y ni siquiera de cual era el tiempo que ya no era.

Fournier piensa que siempre piensa lo mismo, del rompecabezas, de Pompeya que no conoce, deGoyeneche y del tiempo. Espiral del mismo tono que la canción que se repite, como una única música de fondo, salida de esos parlantes que entre graznidos metálicos desfigura los acordes.
Cuentagoteras, mira las aureolas que provocan las gotas en los charcos que se forman en la Sala de espera para damas, los compara y los maldice, entre imprecaciones vinculadas al estado del tiempo, al estado deltecho y al estado del estado. Un desteñido cronograma de horarios destinados a no cumplirse, como todos, una ventana que diría más del paisaje si no existiera y un reloj que indica las 5.15 desde...