Un cambio inesperado

UN CAMBIO INESPERADO
No sabía cómo había llegado a ese punto. Solo tenía dieciséis años, y el hecho de tomar decisiones de ese tipo no era nada fácil. Por una parte estaba aterrado, es totalmente comprensible cuando se hablan de cambios. Pero por otra encontraba una oportunidad irremplazable, el toque de luz que había puesto punto y final a tanta oscuridad y tanta miseria, realmente deseaba esecambio. Y aunque tuviera miedo, esta vez me contendría. O eso era lo que yo creía, porque dados dos minutos después, las dudas se volvían a apoderar de mí.
Todos estaban esperando a mi respuesta, solo faltaba yo...y después de tanto darle vueltas, elegí lo que más correcto me parecía.
Ya se lo había anunciado a todos, incluyendo a mí familia, y por más que no pudiera evitar las lágrimas dealgunos de mis familiares, definitivamente abandonaba mi tierra, mi querido Senegal.
Salí de casa sin apenas mirar a nadie, no quería que aquello se hiciera más difícil de lo que ya era. Quería distraerme y no pensar, así que fui a casa de Keitia. Todos los muchachos estaban preparando lo que iban a llevar en la barca cuando cayera la tarde, esa que cada vez parecía estar más cerca. Ningunollevaría mucho en lo que se trata a ropa, iríamos con lo puesto. Y en lo que se refiere a provisiones, solo llevaríamos fruta, eso nos aportaría la energía que necesitáramos para el viaje.
El sol ya casi se estaba ocultando dejando ese tono color ámbar tras de sí que a mi tanto me gustaba, pero hoy no me podría parar a contemplarlo, tenía que irme, y despedirme de mis seres queridos. Odio lasdespedidas, pero teniendo en cuenta de que no volveré en algún tiempo, haré un esfuerzo.
A mi parecer, las despedidas no duraron tanto como me imaginaba. Había caras largas y ojos hinchados, que acorde a la situación no me parecía nada fuera de lo normal. Lo que me descolocó un poco fue que nadie de mi familia iría a despedirme a la playa.
- Es por no hacernos más daño, que nuestro pequeño Sisoko se vayalejos de casa es algo que todavía no asimilamos-decían.
-Volveré algún día, no me voy a pasar toda la vida allí supongo-dije con la voz temblorosa mirándolos a todos. Después de mis palabras, me di la vuelta para marcharme, pero alguien me cogió del brazo y me lo impidió. Era mi madre.
-Antes de que te vayas, quería darte una cosa-dijo mirándome a punto de que se le saltarán las lágrimas.Entonces, abrió uno de sus puños y me dejó ver un collar de cuero con una hermosa piedra verde en el centro.
-Este collar ha ido pasando de generación en generación por nuestra familia. Es uno de nuestros bienes y riquezas más preciados. Esto te ayudará a acordarte de nosotros, y cuando te sientas solo, no dudes en coger el collar entre tus manos, porque será como si estuviéramos allí, contigo- yentonces la mujer, abrió las manos de su hijo para darle el obsequió que entre todos habían decidido que se llevará.
La abracé. Fuerte. Tanto que hasta la mujer se quejó del daño que producía mi abrazo, y por un instante le sonreí. Pero se hacía tarde y yo ya tenía que marcharme. Con un gesto con la mano me despedí de todos, y fui a la playa pensativo, pero a la vez con cierta prisa. Pues, esa era laúltima vez que mis sandalias al andar levantarán el polvo de mi querida Senegal tras de mí.
Ya estaban a punto de meter la barca en el agua cuando llegué. Para mi sorpresa ellos también estaban solos, no había restos de familiares por ningún lado, todos preferían aguardar en casa antes de ver como sus pequeños se hacían mayores y buscaban futuro en una tierra que no era la suya, y eso, era muyduro. Les sonreí con melancolía y fui a donde se encontraban para ayudar. Y lo conseguimos. Aquella barca ya estaba flotando en la orilla y nosotros poco a poco la íbamos empujando hacía a dentro.
Y ya estábamos allí, bajo el sol de la tarde, esperando a que la barca con un poco de ayuda por parte de nosotros fuera cogiendo rumbo hacia nuestro destino.
Desde aquel día, y aquella despedida,...