Un Destripador De Antaño

UN DESTRIPADOR DE ANTAÑO
La leyenda del (destripador) asesino medio sabio y medio brujo, es muy antiguo en mi tierra. La oí en tiernos años, susurrada osalmodiada en terroríficas estrofas ,quizá al borde de mi cuna , por la vieja criada, quizá en la cocina aldeana ,en la tertulia de los gañanes, que lacomentaban con estremecidos de temor o risotadas oscuras .un paisajista seria capas de quedarse embelesado si viese aquel molino de la aldea de Tórnelos . Caídoen la vertiente de una montañuela, dávale alimento a una represa que formaba lindo estanque natural, fesnoneado de canas y poas, puesto, como espejillo demano sobre falda verde, encima del terciopelo de un prado donde crecían áureos ranúnculos y en otoño abrían sus corolas moradas y elegantes lirios. Elcomplemento del asunto- gentil, lleno de poesía, digno de lo que fijase un artista genial en algún cuadro –idílico era una niña de trece a catorce años, quesacaba a pastar a una vaca por aquellos ribazos siempre tan floridos y frescos, has el rigor del estío, cuando el ganado languidece por falta de hierba. Laceleste patrona, objeto de fervorosa devoción para los aldeanos de aquellos contornos, era un <cuerpo santo>, traído de roma por cierto industriosogallego, especie de Gil Blas, que, habiendo llegado, por azares de la fortuna a servidor de un cardenal romano, no pidió otra recompensa, al terminar, por muertede su amo diez años de bueno y leales servicios, que la urna y efigie adornaban el oratorio del cardenal. Diéronselas y las trajo a su aldea, no si aparato.