Un duro falso

Páginas: 6 (1493 palabras) Publicado: 8 de febrero de 2014
UN DURO FALSO
Emilia Pardo Bazán

03.FONDO

17/3/05 13:51

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UN DURO FALSO

N

O te vengas sin cobrar, ¿yestú? —La orden repercutía con
martilleo monótono en la cabeza, redonda y rapada,
del aprendiz de obra prima. ¿Sin cobrar? De ningún modo. En
primer término, le obligaba el punto de honra, el deseo de acreditar que servía para algo, ¡le habían repetido tantas veces,en
tono despreciativo, la afirmación contraria! En segundo, le
apremiaba el horror nervioso, profundo, a la vergüenza del infalible puntillón del maestro...
¡El maestro! ¡Si Natario, el desmedrado granuja, fuese capaz
de aquilatar la exactitud de las denominaciones, sacaría en limpio que no procedía nombrar maestro a quien nada enseña!
¡Aun sin razonarlo, Natario lo percibía, y no podíasufrirlo, señores! Había un fondo de amargor en el alma oprimida del chico. Le faltaba aire de justicia; se sentía ofendido, menospreciado, y acaso, en su propia ofensa, latía la de una colectividad. No
daba a estos sentimientos su verdadero alcance; no era consciente de ellos. Protesta sorda, oscura, que se exaltaba a fin de
mes, cuando la madre de Natario, asistenta y casi mendiga, tenía queaflojar una peseta por los «derechos» de aprendizaje de
su hijo.
—¿Te da labor el señor Remualdo? ¿Aprendes o no? Culpa
tuya será, haragán, flojo, zángano... ¡Pum!
Y la mano ruda, deformada, de la madre plebeya caía sobre
la cabeza pálida y afeitada al rape. Natario se sorbía las lágrimas,
se guardaba el golpe —porque no era ignominoso— y volvía al
obrador con más indignación depositada en elpecho. ¿Quién
aprende, amos a ver, si no le ponen tarea; si en vez de confiarle un cacho de suela remojada para batirla, solo le dan unas ho—

03.FONDO

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EL FONDO DEL ALMA

jas de papel con que apremiar a la gente? A él no le encargaban
sino que «se llegase» aquí o acullá, a casas situadas en barrios
extraviados, a subir pisos y más pisos, para que ledespidiesen
con el encargo de volver a primeros de mes, cuando hay dinerete fresco... Así rompía Natario su calzado propio, sin esperanzas de adiestrarse en fabricar el ajeno nunca. Los pares de
botas alineados en el mostrador, con sus puntas relucientes, cristalinas a fuerza de restregones de crema «smart»; los zapatos de
alto taconcito y moño crespo, de seda y abalorio, parecían
desdeñar susafanes de artista. «No nos construirás nunca. Tú,
a mal barrer el obrador y a atropellar recados.»
Algo semejante a esto le decían los demás oficiales con sus
burlas y chanflonerías. El aprendiz recadero era el hazmerreír,
el tema jocoso de las conversaciones. Su huraña tristeza, su aire
de persona herida por la suerte, daban larga tela regocijada a
los intermedios de la labor, cigarrillo enboca. Le ponían motes efímeros —Papa Natario, el Tranvía— por irrisión de que
ignoraba lo que era subirse a este popularísimo vehículo. Bien
podría, como otros golfos, trepar a la plataforma y estarse allí
hasta que le corriesen: pero a Natario le dolía, como sabemos,
el punto de honra maldecido... En su sangre pobre, de chico
escrofuloso y enteco por desnutrición, corría quizá una venaazul cobalto, algo que infunde al espíritu el temple de la altivez y no permite exponerse jamás a ser afrentado merecidamente... Sin razón, claro es que aguantaba bochornos y malos
tratamientos... ¡Con razón, concho, con razón, nadie había tenido nada que decirle al hijo de su madre! Y el hervor de aquella indignación consabida se acrecentaba, y sus burbujas subían
al cerebro del chiquillo, casiadolescente, alborotando sus primeras pasionalidades. Sus manos se crispaban, su garganta se
contraía. Después, calmado el acceso, recaía en esquiva y pasiva obediencia.
Le encontramos volviendo al taller, después de una de sus
odiseas de entrega y cobro. ¡Qué rendido venía! Arrastraba los
pies. Eran las seis de la tarde, y desde las once, hora en que su
madre le había dado unas sopas de...
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