una obra cualquiera

Pedaleaba a ritmo normal, a veces dejaba de coger el timón de la bicicleta, o lo cogía con una mano, como probándose a sí mismo lo valiente que podía ser, claro que si, brou. Al voltear la calle, sin embargo, se concentró solamente en pedalear rápido, los huevos y el pan peligraban en la canasta de la bici, pero nada le importaba más que evitar los dos enormes ojos marrones que de seguro loestaban mirando.
Cuando llegó a su casa su padre y sus amigotes ya habían llegado. Maldición, papá, ¿tenías que llegar temprano hoy? Ya iba subiendo despacio por las escaleras cuando oyó un ven acá jovencito, ¿no eres machito? Y risas. Armando bajo las escaleras pesadamente y bufando.
¿qué hice?
Nada hombre, nada, solo queremos que estés aquí, con nosotros pe. Además ya es hora para hablarte de unacosita – silencio, esta vez.
La voz aguardentosa de su padre y el profundo olor a cerveza le dijo que ahí vamos otra vez…

El jardín había quedado precioso, no es que ella hubiese hecho mucho, la verdad solo se había ofrecido para tener una excusa para estar en la calle, y poder admirar las hermosas cosas que pasaban en la hermosa calle donde vivía asdfghjkl. La señora la llamó desde dentro yfue ahí que entró para ayudarla a hacer unas galletas. Las vacaciones terminaban, tomarían te en la terraza y escucharía por enésima vez las historias que la señora le contaba, no importa, a mí me encantan escuchar esas historias, tal vez porque yo no tengo una, y se quedó con ese pensamiento los próximos minutos.
Debes haberte quedado un poco sorprendida.
¿Por?
No suelo hacer galletas.
Ah…tal vez.
En ese momento sonó el timbre. Sin que le dijeran, ella ya se había levantado para abrir, siempre se olvidaba que habían otras personas que iban a hacerlo, siempre, de todas formas se quedó para ver quién era, la señora no solía recibir visitas en miércoles por la noche.

Cuando entró en la casa, aún no se lo podía creer, pellízquenme, alguien, por favor, métanme un lapo, lo que sea, queesto no puede estar pasando.
Estás muy callado, Armando, queremos saber de ti.
Quería irse, se sentía mal, se sentía… mal, no podía explicar lo que tenía dentro, eran tantas cosas. Mientras pensaba y evitaba los ojos marrones, respondía a todas las preguntas que le hacia la señora. ¿Y cuándo piensa volver? No sé, me dijo que era algo indefinido, tal vez, si no manda dinero no te preocupes,tenemos mucho, claro, está bien, ok, bueno, todos eran monosílabos o palabras cortantes, y todo era preguntas, y todo eran esos ojos marrones de la chibola que estaba sentada al frente y que no lo había dejado de mirar desde que llegó a vivir con la vieja pava que había aceptado alojarlo mientras su padre se iba a gastar lo que les quedaba de dinero de la fortuna de su madre muerta en mujeres alcoholy cerveza, diciendo que vendría pronto, que tenía negocios fuera de la ciudad, pero que solo era una excusa para zafarse de Armando.

Leticia se levantó pensando en lo que la señora le había contado de Armando la noche anterior, él se había ido a dormir temprano y la señora le dijo que el padre del muchachito, lo ha dejado por unos negocios, o eso dijo, si, y yo como podría dejar a un niñito sinhogar, no, aquí hay mucho espacio, además el señor nunca le presta atención, ¿te has dado cuenta que él compra su comida todos los días? Claro que se había dado cuenta, ella andaba pendiente de él, siempre. Asdfghjkl.
Porque él era hermoso, tenía una hermosa piel, cara un tanto, solo un tanto angulosa, asdfghjkl cejas pobladas y ojos grandes, mirada profunda, seria, aun inocente, pero maduraasghjkl. Sabía su nombre completo, el nombre de su padre y la muertita, pero ella sabía que aún le faltaba mucho por saber, demasiado. La pobre estaba ilusionada con alguien que tal vez nunca le haría caso, pero que por cosas de la vida había llegado a su vida, y a su casa y a la habitación de al lado. Escondió su sonrisa abiertamente esbozada cuando la señora le dijo que los pondría en el mismo...