Vals
Podían, sin embargo, aceptar la hospitalidad de los otros. Y,en los cincos años transcurridos desde la muerte de su padre, Annelise había vivido con los duques de Warwick, había sido una buena amiga para la duquesa, que se hallaba enferma, y había procuradoimpedir que sus ojos mortecinos alcanzaran a ver las infidelidades de su marido. Una vez fallecida la duquesa, no quedó sitio para ella y se mudó a casa de los Meredith, en Yorkshire, donde pasaba eltiempo entreteniendo a una anciana señora medio senil, hablando en francés con sus nietos y haciéndose mayor.
Pero la anciana señora murió, como suele ocurrir con las ancianas señoras, y los niñoscrecieron y perdieron interés por el francés, dado que ambos países estaban, como de costumbre, en guerra, y Annelise tuvo que mudarse de nuevo, esta vez a la casa londinense de un tal señor JosiahChipple y su hija, Hetty, muchacha de exquisita belleza. Lady Prentice, la arquitecta que se escondía tras aquellas componendas, había inventado una amistad de toda una vida entre la madre de Annelise y laabuela de Hetty Chipple, ignorando el hecho de que una de las abuelas de Hetty había sido tabernera y la otra granjera. De todos modos, poco importaba. Nadie iba a molestarse en comprobar la verdad deaquel embuste inofensivo, y Hetty Chipple estaba a punto de hacer su debut ante unos círculos sociales que caerían sobre ella como una manada de lobos. Era joven, bonita y lo que le faltaba eneducación y linaje le sobraba en fortuna. Había docenas de jóvenes dispuestos a pasar por alto el olor del comercio a cambio de una muy necesitada inyección de dinero, y la cuestión del refinamiento se...
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