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Anotaciones sobre La violencia Nazi,
de Enzo Traverso
Concebir, preparar y ejecutar la masacre de más de seis millones de personas es una empresa de tal magnitud, que no puede ser producida por unsolo individuo ni por una sola nación. Una operación tan vasta excede el brazo del mero ejecutor, exige la intervención de siglos y de generaciones. Esto, claro está, no exime de culpa a Hitler ycompañía, puesto que en un análisis genealógico –en el más estricto sentido nietzscheano de la palabra– los individuos también forman parte de la trama de elementos en juego. Pero el autor nos adviertedesde el principio que, de no haberse dado el contexto de la Alemania de comienzos de siglo XX, la popularidad de este siniestro personaje “jamás hubiera superado algunas cervecerías de Munich”.
Unadigresión. Hitler fue como aquel emperador chino, Shih Huang Ti, que ordenó la construcción de la Gran Muralla y la destrucción por el fuego de todos los libros anteriores a él. En sí mismas, estasoperaciones no tienen mayor secreto –alzar fronteras, quemar libros y matar gente, son de las actividades preferidas del ser humano–, lo que llama la atención en ambos casos es la escala en la que se obró.Vuelvo al libro de Traverso.
Para éste, lo que hace singular al genocidio perpetrado por lo nazis, lo que lo distingue históricamente de otros asesinatos masivos, es la excusa que encontraron parajustificarla y a la que el autor, no sin cierto candor, la llama ‘objetivo’, en el sentido de finalidad, de fin perseguido: “la remodelación biológica de la humanidad”.
Para que nadie crea que el estudiose agota en el plano nacional, nos advierte que, “el judeocidio no fue sólo la irrupción de violencia bruta, sino la masacre perpetrada ‘sin odio’, gracias a un sistema de producción industrial demuerte, un engranaje creado por una minoría de arquitectos del crimen, puesto en práctica por una masa de ejecutores a veces afanosos, otras inconscientes, en medio de la silenciosa indiferencia de...