vuelvo




“LA VIDA EN CAJAS”

Guillermo Enrique Perriello















“… El Eterno Retorno, necesidad que hay que querer: sólo el que soy ahora puede anhelar esa necesidad de mi retorno y de todos los acontecimientos que desembocaron en lo que soy …”Pierre Klossowski,
de “Nietzche y el círculo vicioso”



Para Graciela, vida compartida.







CAPITULO 1.
Hace quince años que le digo a todo el mundo, que sólo regresaré a Miramar cuando se muera el abuelo Beppo. Hasta hoy, despedir a mi viejo maestro era lo único que podría llevarme otra vez a mi ciudad natal. Sin embargo,el viejito adorable está más vivo que nunca, a juzgar por las conversaciones telefónicas que religiosamente tenemos los domingos a la tardecita, y yo igual estoy saliendo para allá. Vuelvo sin previo aviso. Vuelvo a ciegas.
Es que nadie nos enseña a regresar. Esas experiencias se hacen como se puede, no queda otra. Uno se decide por ese “giro copernicano” y se vuelve nomás, con laincertidumbre de no saber con qué nos vamos a encontrar en el lugar de destino.
Espero haber asegurado lo mejor posible mi mochila imaginaria, cargada hasta arriba del todo con retazos de recuerdos, de temas pendientes, de sentimientos calcificados. De nuevas miradas, de perspectivas a estrenar; todo ese repertorio, ese bagaje que es nuestra propia historia, el que nos sostiene como punto departida para emprender la travesía. Esos instantes escogidos ¿arbitrariamente? por el amigo de adentro. Esos momentos con los que a veces nos definimos y sintetizamos nuestra vida.
Volver. Cambio de rumbo necesario, vital, tarea intransferible. Una materia para aprobar en la vida, que en ninguna escuela nos pueden enseñar. Simplemente hoy me descubro desandando, con sorpresa, el sendero quealguna vez fue un furioso camino de ida. Como decía mi padre: - “Sólo los que se van conocen que esto de andar volviendo…” Cuánta razón tenía el pobre viejo. Claro que su regreso fue distinto. Aunque en realidad en algo se tocan, en algo se parecen. Cada segundo que me acerco a Miramar siento que tiene mucho que ver mi regreso con del él, hace tantos años.
Ahora veo el camino desde esteotro lado. Con una perspectiva distinta. Con los ojos… no, con los ojos no, es con la mirada. Sí, con la mirada transformada por el paso del tiempo, ese instrumento inasible, constante, caprichoso. Perfectamente impreciso.
¿Cuántas veces le juré a Adriana, antes y después de nuestra separación, con los ojos llenos de razones poderosas, con la voz cargada de un odio abominable, que nunca máspisaría la ciudad donde habíamos nacido? Ahora es Laura la que hasta ayer mismo escuchó mil veces la renovación de ese compromiso, una especie de maldición que encerraba dentro de sí una mezcla de desilusiones, vergüenza, y dolor.
Las dos a su turno se limitaron a decir que sí, no podían hacer más que eso. Mis palabras resonaban como un aullido de odio, no daban el más mínimo margen parauna réplica. Se quedaban como pasmadas las pobres. Tuvieron que conformarse con demostrar como mejor pudieron su compasión, su acompañamiento ante mi desesperación, acaso la misma mueca resignada, que trataba de darme consuelo cada vez que esa profunda voz de mi pasado, repetía que no quería escuchar ni siquiera hablar de la posibilidad de regresar.
Ambas conocen parte de mi historia, ycreo que se imaginan el resto.
Adriana hoy es un recuerdo lejano. Nuestro matrimonio fue un fracaso anunciado, una partida perdida de entrada. Pero igualmente lo intentamos los dos, creo que con buena fe, a la espera del milagro. Pero no fue milagro, fue traición. La más dolorosa, la que no sé si tiene remedio.
Pero no todo fue fracaso, lo mejor del capítulo Adriana se llama Vicente....