Zweig Sigmund Freud

Páginas: 147 (36664 palabras) Publicado: 17 de mayo de 2015
S. ZWEIG, SIGMUND FREUD


Cuanto más el juego secreto de los deseos se oculta bajo la luz más mortecina de los afectos comunes, tanto más relevante, formidable y estrepitoso se manifiesta en estado de pasión violenta: el sutil estudioso del ,dónde es lícito sacar conclusión por analogía, transferirá muchas experiencias de este campo a su doctrina y las utilizará para la vida moral… Sisurgiera para este campo, como para los demás reinos de la naturaleza, un Linneo que lo clasificara según los instintos y las inclinaciones, cuántas sorpresas habría…

SCHILLER


LA SITUACIÓN EN EL CAMBIO DE SIGLO

¿Cuánta verdad soporta y cuánta verdad arriesga un espíritu? Ésta ha sido siempre para mí la verdadera medida de los valores. El error (la fe en el ideal) no es ceguera, el error escobardía… Cada conquista, cada paso hacia adelante en el camino del conocimiento es consecuencia de un acto de valor, de dureza con uno mismo, de sinceridad con uno mismo.

NIETZSCHE

La medida más segura de una fuerza es la resistencia que es capaz de vencer. Así, la acción de Sigmund Freud, primero demoledora y después reconstructora, no se llega a conocer del todo si no es en su postura frentea la situación moral de la preguerra y a la idea —o mejor, la falta de idea— que se tenía entonces de los instintos humanos. Hoy circulan con toda normalidad en el lenguaje y en la sangre de la época ideas freudianas que hace veinte años eran tenidas aún por blasfemias y herejías. Hasta tal punto parecen naturales las fórmulas por él acuñadas, que se necesita un mayor esfuerzo para sustraerse aellas que para adoptarlas. Así pues, precisamente porque nuestro siglo XX es incapaz de comprender por qué el XIX se volvió con tanta saña contra el descubrimiento de las fuerzas instintivas del alma, tanto tiempo esperado, es necesario exponer retrospectivamente la actitud de aquella generación respecto a los temas psicológicos y exhumar a la ridícula momia de la moral de preguerra.
El despreciode aquella moral —¡demasiado la ha sufrido nuestra juventud como para no odiarla con toda el alma!— no implica en sí nada contra el concepto de moral ni contra su necesidad. Toda comunidad humana, unida por vínculos religiosos o nacionales, se ve obligada, para afirmarse, a refrenar las tendencias agresivas, sexuales y anarquistas del individuo, a contenerlas y transferirlas tras los diques quellamamos moral y ley. Por supuesto, también, que cada uno de estos grupos se crea normas y formas particulares de moral: desde las hordas primitivas hasta el siglo de la electricidad, cada comunidad se ha esforzado, con distintos métodos, en domeñar los instintos primitivos. Las civilizaciones severas utilizaban la fuerza bruta: las épocas espartana, judaica, calvinista y puritana trataban deextirpar los instintos voluptuosos («pánicos») de la humanidad con el hierro candente. Sin embargo, por crueles que fueran sus mandamientos y sus prohibiciones, estas épocas tan draconianas servían cuando menos a la lógica de una idea. Y cada idea, cada fe, santifica hasta cierto punto la violencia de su aplicación. Si la disciplina espartana llega hasta la crueldad, lo hace con la finalidad de educarla raza, de formar generaciones viriles y aguerridas: desde el punto de vista de su ideal de polis, de comunidad, la sensualidad libertina debía parecer un menoscabo a la fortaleza del Estado. El cristianismo, a su vez, combate la inclinación carnal del ser humano en nombre de la salvación del alma y de la espiritualización de la naturaleza siempre extraviada. Precisamente porque la Iglesia, la mássabia de las psicólogas, sabe que la pasión de la carne del hombre es eternamente adamita, con toda energía le contrapone como ideal la pasión del espíritu; en hogueras y mazmorras abate su orgullosa obstinación y así ayuda al alma a volver a su patria suprema: lógica cruel, pero lógica al fin y al cabo. Aquí, como en todas partes, la aplicación de la ley moral brota del tallo de una concepción...
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