G Mez Meseguer Y El Ogro Santaolaya

Páginas: 33 (8168 palabras) Publicado: 30 de mayo de 2015
Gómez Meseguer y el Ogro Santaolaya
Daniel Mares
Se recibió en la Jefatura Provincial de Madrid el siguiente telegrama:
SITUACIÓN CRÍTICA. EL BANDIDO MORTAJA HA TOMADO EL PUEBLO. YA SON MÁS DE VEINTE MUERTOS. NECESITAMOS AUXILIO POR CARIDAD.
Lo firmaba el padre Quintana, párroco de Castroviejo. La respuesta no tardó en enviarse:
MENSAJE RECIBIDO. MANDAMOS AYUDA DE INMEDIATO. GÓMEZ MESEGUERLLEGARA EL LUNES EN EL RÁPIDO DE LAS DIEZ Y MEDIA.
No era baladí la premura con que se tramitó todo el asunto, pues el peligro que se cernía sobre Castroviejo era más de lo que ese simple telegrama dejaba ver. Así lo entendieron los gobernadores, vicegobernadores y capitanes en Madrid, que no tardaron ni un día en mandar a Gómez Meseguer para allá, una diligencia nada habitual en la administraciónpública. Tanta prisa estaba justificada, porque en primer lugar el telegrama venía firmado por el cura, lo que hacía pensar que no quedaba otra autoridad capaz en el pueblo. Además, aunque Mortaja era un ogro y de estos canallas suele dar buena cuenta la Guardia Civil, este nombre no era sino el seudónimo que utilizaba un viejo conocido de la justicia castellana: Jacinto Santaolaya, un ogro desalmadode la peor ralea, del que afortunadamente se había perdido la pista desde que siete años atrás asolara Burgos a sangre y fuego. En Madrid no querían otros desmanes como aquellos de Burgos y decidieron acabar con Santaolaya por siempre. Así que mandaron a Juan Gómez Meseguer, filósofo y cazabestias, un granadino de raza que había despachado a la culebra de Puertalmonte en menos tiempo del que setarda en rezar tres avemarías.
Con éstas me encargaron a mí la tarea de dar cuenta por escrito de todo lo que sucediera y, siendo ésta mi primera misión de campo, la excitación me hizo pecar en exceso de puntualidad. Así me planté una hora antes de lo acordado en Atocha, paseando por el andén con los billetes en el bolsillo, la cámara colgada al cuello, una maleta al brazo derecho y mi prometida, queestaba más nerviosa que yo si cabe, al izquierdo. La pobre me había pedido por favor que renunciase, que alegase cualquier excusa. Incluso la misma noche anterior, en la cama, me había rogado que si iba a ir accediese a casarme con ella antes.
-Así -dijo-, ya que apenas he podido ser tu esposa, seré tu viuda.
-No digas tonterías Laura -repliqué tratando de tranquilizarla-. No me pasará nada.-¿Nada? Se trata de un ogro.
-Es Gómez Meseguer el que se enfrentará a él, yo sólo me encargo del papeleo. No tengas miedo, él es un profesional.
Y como tal profesional se presentó en el andén con puntualidad británica. Nadie me lo había descrito, ni había visto foto alguna de él. No le faltaba razón a mi superior cuando me dijo que lo reconocería nada más verlo. Apareció entre la bruma matutinarepiqueteando con sus tacones por el apeadero. Le acompañaba un moro espléndido, como Valentino en El Hijo del Caid, que arrastraba un baúl tan grande como él. Gómez Meseguer era fornido y bajo, vestía un tres cuartos de cuero gastado, botas de media caña marrones y un borsalino blanco por sombrero. Sin duda tenía más edad de la que traslucía su cara, adornada con una barba rubia bien recortada. Alverme se dirigió con decisión hacia mí tendiéndome su mano nervuda.
-Usté es Carracedo.
-Tanto gusto -dije yo y no me dio tiempo a más, porque en un instante cambió mi mano por la de Laura y, aproximándose en exceso para mi gusto a ella, dijo:
-¿Y quién es esta deliciosa criatura?
-Es mi prometida -me apresuré a contestar mientras trataba de interponer mi pesrsona entre las suyas, irritado por ver lasonrisa y el rubor en el rostro de mi novia-. Ha venido para despedirme.
-¡Ah Carracedo! ¡Qué afortunao es usté! -me dijo sin que mi altura le intimidara, mirándome con sus pequeños ojos grises y dándome a entender que no recogía las velas por miedo a mí, sino porque no había tiempo para continuar el asedio a Laura como es debido-. Ya nadie quea de los míos pa despedirme, y aún menos pa...
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