Ña Boda De Las Hijas Del Mio Cid
Mal seaquexan los de Valencia
que non sabent ques far.
De ninguna part que sea
non lea vinie pan;
nin da conssejo padre a fijo,
nin fijo a padre,
nin amigo a amigo
nos pueden consolar.
Mala cueta es, señores,
aver mengua de pan,
fijos e mugieres
veer los morir de fanbre.
Delante veyen so duelo,
non se pueden huviar.
Pregona Rodrigo Díaz la guerra contra Valencia, y acuden de todos los reinoscristianos caballeros a acompañarle en la empresa. Cerca a la ciudad el Cid, estrechamente, por espacio de nueve meses. Según una historia árabe, dio un plazo caballeresco de quince días para que los sitiados solicitaran socorro a los reyes de Murcia y Zaragoza, y el poema recuerda este hecho en el verso que dice:
"Metióle en plazdo, si les viniessen huviar" (ayudar).
Cumplido el término de lavana espera, la ciudad se rindió y la enseña del Cid ondea sobra el alcázar. Gran riqueza es la que obtienen caballeros y peones: oro, plata, casas y heredades para los antiguos mesnaderos y parte del botín para los nuevos, y eso que eran tres mil seiscientos los que con el Cid estaban.
Afirma Ruy Díaz esta conquista después de vencer al nuevo emir de Sevilla, que, con treinta mil hombres de armas,vino a disputarle el dominio de la ciudad: con tres heridas graves salvó el emir, y muchos de los suyos; al atravesar el río, con la prisa de la huida, han de beber el agua, sin quererlo.
Piensa el Cid solicitar del rey don Alfonso permita a doña Jimena y a sus hijas abandonar Cartilla e irse a Valencia, "a estas tierras extrañas que nos pudiemos ganar". Para obtener tal merced, envía al siempreembajador Alvar Fáñez con un presente de cien caballos gruesos y corredores para el monarca. Contaría el buen Minaya al rey cómo el Cid, en señal de duelo por el destierro, había hecho juramento de no tocar su barba "por amor de rey Alfonsso" y cómo esa barba intonsa mucho se va alargando. Quizá le contara, entre las nuevas de Valencia, la llegada de un clérigo francés, que tiene por nombre donJerónimo, hombre prudente y letrado, amante de guerrear, a quien el Cid ha hecho obispo, con gran contentamiento de los cristianos. Según la historia, en la consagración canónica de don Jerónimo intervinieron el papa Urbano II y el arzobispo don Bernardo de Toledo.
En Carrión fue donde Álvar Fáñez halló al monarca, e hincado de rodillas, besándole las manos en señal de vasallaje, le dio elmensaje en nombre de su señor. Se complace sobremanera Alfonso VI con el don que le envía el Cid y accede a dejar salir de su reino a dona Jimena y a sus hijas, prometiendo protegerlas de los desaguisados y atropellos que pudieran cometer los ariscos infanzones y nobles durante las jornadas que deban realizar por tierras de la corona.
El favor del rey hacia el desterrado y las riquezas y triunfos delCampeador concitan en los cortesanos encontrados sentimientos; en unos, alegría; en el conde García Ordóñez, que no olvidaba la pasada afrenta, un reavivarse de su despecho y de su envidia; en los infantes de Carrión, que estaban en el séquito del rey, despiertan la codicia de gozar de aquel bienestar, casándose con las hijas del Cid, aun cuando les retiene la idea de la diferencia de linajes....
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