antropologia. derecho de la cultuta

Los derechos culturales viven la paradoja de ser un concepto de éxito, pero a la vez polémico e insuficientemente elaborado. En efecto, estamos asistiendo a la instalación de los derechos culturales en los grandes ideales jurídico políticos actuales; pero una de sus concreciones, los derechos colectivos, se han convertido en el cabo de las tempestades de la crítica liberal. Aparte, desde elpunto de vista doctrinal, los derechos culturales aparecen insatisfactoriamente desarrollados, lo que les relega a la condición de pariente pobre de los derechos humanos. No hace mucho, el especialista Januzs Symonides titulaba así un trabajo: «Los derechos culturales, una categoría descuidada de los derechos humanos»; y el llamado grupo de Friburgo, colaborador de la UNESCO para la preparación deuna declaración sobre derechos culturales, adoptó un título similar para el seminario organizado en 1991: «Los derechos culturales, una categoría subdesarrollada de los derechos humanos».

A la hora de avanzar en la clarificación del concepto, la reflexión no puede ni debe hacerse al margen de la más amplia sobre los derechos fundamentales. Como recuerda el constitucionalista alemán Häberle, elarmazón doctrinal de éstos procede de los primeros años del siglo XX y, curiosamente, seguimos viviendo, a modo de “enanos a hombros de gigantes”, de las rentas de aquella fenomenal aportación Y, en lo que nos interesa aquí, el hecho es que aquella aportación fundacional no tuvo en cuenta la realidad de los derechos culturales, pues era un momento en el que ni tan siquiera los textosconstitucionales habían formalizado el uso del concepto de cultura. Fueron Constituciones de la segunda y tercera década del siglo XX (la Constitución mejicana de 1917, la española de 1931…) las primeras que empezaron a hacerlo. En el ámbito internacional, sería la Declaración Universal de Derechos del Hombre el primer instrumento que hace una escueta mención a los derechos culturales en el artículo 22, cuyocontenido es desarrollado por los artículos 26 (educación) y 27 (cultura); mención que se afianzará con la aprobación, por la Asamblea General, de los Pactos de 1966.

La necesidad de incorporar los derechos culturales en los derechos fundamentales descansa en la altísima importancia política, social y científica que ha adquirido lo cultural hoy, tras un proceso desarrollado principalmente enla segunda mitad del siglo pasado. Al viejo ideal ilustrado –de la cultura como factor esencial del desarrollo personal- se añade ahora su valor como factor de igualdad y solidaridad, de integración social y del desarrollo. Ya no son los individuos las exclusivas mónadas de nuestras sociedades, sino que también juegan los grupos y las comunidades intermedias en los que desenvuelven su vida. Y losmovimientos inmigratorios están provocando un salto en la complejidad cultural interna a los Estados que ya no puede ser gestionada eficazmente sólo con los derechos fundamentales clásicos de las libertades de expresión, reunión, asociación o de la igualdad. El gran politólogo Herman Heller anticipó esta percepción cuando propuso incorporar la cultura como la cuarta dimensión del Estado junto alas tres clásicas (poder, territorio y población). Y no ajeno a esta importancia es la explosión, en las últimas décadas, de la reflexión sobre la cultura en las ciencias sociales; son legión las disciplinas (la sociología, economía, ciencia política, teoría de la comunicación, el derecho…) que han hecho también suya esta reflexión.

Atender esta necesidad demanda, inevitablemente, un impulsode la doctrina de los derechos culturales y una mejora de su positivización en los textos internacionales y en las Constituciones. A tal fin, realizaremos algunas propuestas.

La primera es la consideración sin fisuras de los derechos culturales como parte de los derechos fundamentales, como una categoría más, que se suma a los derechos políticos, sociales y económicos. Incluir los derechos...