Balibar Impolitica Arendt
DERCHO A TENER DERECHOS Y LA DESOBEDIENCIA CÍVICA
Etienne BALIBAR
Catedrático emérito de Filosofía Política en la Université Paris X y
Distinguihed Profesor of Humanities, University of California, Irvine
Toda gran obra tiene su historia: interior y exterior. Reflejando
un desarrollo intelectual que a veces comporta ciertas rupturas y
respondiendoa transformaciones históricas que la fuerzan a
reorientarse. Podríamos pensar que esta afirmación es particularmente
válida en el caso de una filósofa como Arendt quien, en el intento de
volver (se) inteligible aquello que la acción política contiene de
imprevisible, confiere una función central a la categoría de
acontecimiento1. Mucho más que en el caso de cualquier otro pensador
contemporáneo,nos podemos afirmar que nunca ha escrito dos veces
el mismo libro, o dos libros conservando el mismo punto de vista.
Aunque ésto no significa, en ningún caso, que no constatemos en su
obra marcadas continuidades, así como la persistencia de ciertas
cuestiones recurrentes, de las que dependen precisamente la apertura
del horizonte filosófico y los desplazamientos analíticos que opera. A
partir deesta convicción, estructuraré un análisis fundamentado en la
discusión de ciertos elementos que pertenecen a momentos muy
alejados unos de otros, inscritos en contextos diferentes y de estilo
absolutamente heterogéneo –historia, reflexión especulativa, ensayo
militante, periodismo- en el intento de reconstruir la que me parece
constituye una de las problemáticas centrales de sus reflexiones
(quizásla problemática central): aquella que atañe a la “política de los
derechos humanos” y sus fundamentos, o mejor dicho a su ausencia de
fundamentos, es decir, a su carácter “in-fundado”.
Una « crítica de los derechos humanos » muy paradójica
¿De donde proviene la persistente dificultad que presenta el
discurso de Arendt sobre los derechos, al menos desde un punto de
vista filosófico? En primerlugar de la conjugación que opera entre una
de las críticas más radicales existentes a todo fundamento
antropológico, y por tanto, de la teoría clásica de los “derechos
humanos” como fundamento del edificio jurídico y de su práctica
política correspondiente, y una defensa intransigente de su carácter
1
Ver el pequeño libro para nada obsoleto de Anne Amiel, 1996.
Erytheis/Numéro 2/Novembre 2007/84imprescriptible (al menos en el caso de algunos de ellos), que identifica
prácticamente su menosprecio con la destrucción de lo humano.
¿Cómo se puede rechazar la teoría de la idea que existen unos
“derechos humanos fundamentales” (tal como proclaman la mayor
parte de nuestras Constituciones democráticas y las Declaraciones
“universales” a las cuales se presupone una esencialidad en el ordennormativo), y situar, al mismo tiempo, en el corazón mismo de la
construcción democrática una política de los derechos humanos
intransigente? ¿Cómo negar por un lado, aquello que se pretende poner
en práctica por el otro?
El discurso desarrollado por Arendt en el que constituye (al
menos en apariencia) su tratado filosófico más sistemático, Human
condition (1958)1, no facilita precisamente la tarea. Eltérmino
“condición”, que figura en el título, es exactamente la antítesis de la
idea de “naturaleza”2, puesto que repudia doblemente las teorizaciones
metafísicas o especulativas de la naturaleza humana. Reiterando, por
un lado, la tesis enunciada por Marx en la 6ª Tesis sobre Feuerbach3 :
no existe una tal « esencia humana » universal o formal que se aloja en
cada individualidad humana (porejemplo en la modalidad de un cogito;
Arendt 1998, p.280 – en adelante); sino « únicamente », si es que
podemos decirlo así, una pluralidad de individuos humanos, y por
tanto, una pluralidad de relaciones entre ellos, más o menos
conflictuales, constitutivas de su « mundo » común4. Por otro lado, y
esta vez en las antípodas de Marx, permitiendo nombrar el conflicto,
1
Traducido en francés en 1961...
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