Becket o El Honor De Dios, De Jean Anouilhuh
Jean Anouilh
(1910 – 1987)
BECKET o EL HONOR DE DIOS
(1959) Traducción de José Luis Alonso
JEAN ANOUILH
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
La Catedral. Fondo neutro. Columnas esparcidas. La tumba de Becket, en mitad del escenario. Una losa con su nombre esculpido. (Dos soldados se apostan a lo lejos. Entra El Rey con sucorona. Un Paje le sigue a distancia. El Rey duda un momento. Se quita el manto. Torso desnudo. Cae de rodillas, rezando ante la tumba. Detrás de las columnas, entre las tinieblas, adivinamos unas sombras inquietantes.) EL REY: Tomás Becket, ¿estás contento? Aquí me tienes, desnudo, esperando a los frailes de tu Orden. ¡Qué fin más triste ha tenido nuestra historia! Tú, pudriéndote bajo esa losa,con el cuerpo atravesado por los cuchillos de mis barones, y yo aquí, como un cretino, con el torso desnudo, expuesto a las corrientes de aire, esperando a que tus frailes vengan a azotarme. ¿No hubiera sido mejor habernos entendido? (Becket, de arzobispo, como el día de su muerte, surge tras una columna.) BECKET: (Dulcemente.) No podíamos entendernos. EL REY: Yo te dije: “Todo, excepto el honordel reino.” BECKET: Y yo te contesté: “Todo, excepto el honor de Dios.” Era un diálogo entre sordos. EL REY: ¡Qué frío hacía en la llanura de la Ferté-Fernard la última vez que nos vimos! Es curioso: siempre hizo frío en nuestra historia, menos al principio, cuando éramos amigos y salíamos juntos, de correrías, en busca de mujeres. ¿Amabas a
2
BECKET O EL HONOR DE DIOS
Guendalina? ¿Meguardas rencor por aquella noche en que te la quité, alegando: “Yo soy el Rey”? ¿Quizá por eso jamás me perdonaste? BECKET: (Dulcemente.) Lo he olvidado. EL REY: Éramos como hermanos. Yo no pensaba más que a través de ti. BECKET: (Dulcemente, como a un niño.) Reza, en lugar de malgastarte en palabras inútiles. EL REY: ¡Como que en estos momentos voy a tener ganas de rezar!... (Durante el párrafo acontinuación, Becket se irá esfumando en la sombra.) Tenías razón. ¡Qué brutos son tus compatriotas, los sajones! Y me entrego a ellos desnudo. Es una heroicidad. Bueno. Lo hago porque los necesito. Tengo que atraerlos a mi causa, ¡contra mi hijo, que quiere arrebatarme el reino! Por eso vengo a hacer las paces con su santo; es decir, contigo. Tú has llegado a santo, y yo, tu rey, necesito de esachusma amorfa para que sostenga mi corona. ¿De qué sirven las conquistas? Ellos son la Inglaterra de hoy. A fuerza de cruzarse y reproducirse como conejos, para compensar las matanzas, han creado un pueblo con el que hay que contar. Inglaterra bien vale una mascarada. Tú me has enseñado todas estas cosas. En realidad, todo, todo, me lo has enseñado tú. (Soñador.) ¡Qué tiempos aquellos! Cuando por lamañana temprano —para nosotros era mediodía, porque nos acostábamos tarde— entrabas en mi dormitorio sonriente, como si no hubiéramos pasado toda la noche bebiendo y amando... Incluso para el amor tenías más resistencia que yo... (Cambian las luces. Ha entrado un paje con un lienzo blanco. Envuelve en él al Rey y le da unas friegas. Se oye dentro, silbada, una marcha escocesa, alegre e irónica,predilecta de Becket. La oiremos a menudo a todo lo largo de la obra. Los dos soldados han colocado en escena una cama y un sillón. Tomás Becket entra, joven, elegante, gentilhombre.) BECKET: Señor, todos mis respetos. EL REY: (Lucha contra el bostezo que le aflora a los labios.)
3
JEAN ANOUILH
¡Oh, Tomás! ¿Ya despierto? BECKET: Desde muy temprano, señor. He Richmond. ¡Hace un fríomaravilloso! ido galopando hasta
EL REY: (Tiritando.) No comprendo cómo puedes gozarte tanto con el frío. (Al paje.) ¡Frota con más fuerza, animal! (Becket, sonriente, echa hacia un lado al paje y le sustituye en la tarea.) Anda. Enciende la chimenea y vísteme cuanto antes. Me hielo. BECKET: Príncipe mío, os vestiré yo. Como todos los días. (Sale el paje.) EL REY: ¡Qué haría sin ti, Tomás! Me eres...
Regístrate para leer el documento completo.