Casterbridge
VIDA Y MUERTE
DEL ALCALDE DE
CASTERBRIDGE
HISTORIA DE UN HOMBRE DE CARÁCTER
Traducción
Bernardo Moreno
AlbaClásica
Colección dirigida por Luis Magrinyá
Título Original: The Mayor of Casterbridge
© de la traducción: Bernardo Moreno
© de esta edición: ALBA EDITORIAL S.L.
Camps i Fabrés, 311, 4.
08006 Barcelona
Primera edición: febrero de 1999
ISBN: 84-89846-59-6Depósito legal: B-2 36499
Impresión: Liberdúplex s.l.
Constitución, 19
08014 Barcelona
Impreso en España
2
NOTA AL TEXTO
El alcalde de Casterbridge se publicó en 1886, primero por entregas en la revista
inglesa Graphic y en la norteamericana Harper's Weekly, y luego en forma de libro, tanto
en Inglaterra como en Estados Unidos. La traducción que aquí presentamos se basa en laedición crítica de Dale Kramer (Oxford, 1987), realizada principalmente a partir del
cotejo del manuscrito original con la última edición revisada 'por el autor, la llamada
Wessex Edition de 1912.
3
I
Un atardecer de finales de verano, antes de que el siglo XIX completara su primer
tercio, un hombre y una mujer jóvenes, ésta con un niño en brazos, se aproximaban
caminando al pueblo de WeydonPriors, al norte de Wessex. Iban vestidos con sencillez,
aunque la espesa capa de polvo acumulada en el calzado y la ropa tras un viaje evidentemente
largo pudiera dar la impresión de que iban mal vestidos.
El hombre era gallardo, de tez morena y aspecto serio, y el perfil de su cara tenía tan
poca inclinación que parecía casi recto. Llevaba una chaqueta corta de pana, más nueva que el
restode su indumentaria, que consistía en un chaleco de fustán con botones de cuerno
blancos, pantalones hasta la rodilla del mismo paño, polainas marrones y un sombrero de paja
recubierto de brillante lienzo negro. A la espalda, sujeto con una correa, llevaba un capacho,
por uno de cuyos extremos sobresalía el puño de una cuchilla de cortar heno y en cuya
abertura se veía también un berbiquí. Susandares, firmes y acompasados, eran los de un
campesino hábil, muy distintos de los arrastrados y desgarbados del peón común; con todo, en
la manera de levantar y plantar cada pie había una indiferencia tozuda y cínica, muy peculiar,
que se manifestaba además en los pliegues del pantalón, que pasaban con regularidad de una
pernera a otra conforme avanzaba.
Sin embargo, lo más curioso de losdos caminantes, que habría llamado la atención de
cualquier observador casual, era el completo silencio que observaban. Caminaban tan juntos
que, desde lejos, se habría deducido que conversaban de esa manera tranquila, natural y
confidencial de quienes tienen mucho que decirse; pero, desde más cerca, se podía distinguir
que el hombre iba leyendo, o haciendo como que leía, un pliego de cordelque mantenía
precariamente ante sus ojos con la mano que sujetaba la correa del capacho. Sólo él habría
podido decir con seguridad si hacía esto para eludir una conversación que le atraía poco; su
silencio era sistemático, de manera que la mujer se sentía sola en su compañía. Bueno,
prácticamente sola, pues llevaba una criatura en los brazos. A veces el codo del hombre le
rozaba el hombro, puesella trataba de mantenerse lo más cerca posible de él sin llegar a
tocarlo: no parecía tener la menor intención de cogerlo por el brazo, ni él de ofrecerlo, y lejos
de mostrar sorpresa por el descortés silencio de su marido, parecía aceptarlo como algo
natural. Si en el pequeño grupo se oía alguna palabra, era el ocasional susurro de la mujer a la
criatura, una niña muy pequeña con vestiditocorto y botitas azules de punto, y los balbuceos
de ésta en respuesta.
El principal —casi único— atractivo de la cara de la joven mujer era su movilidad.
Cuando miraba de reojo a la niña se volvía bonita, y hasta hermosa, debido particularmente a
que, con el movimiento, sus rasgos captaban de forma sesgada los rayos del sol intensamente
coloreado, que tornaba iridiscentes sus párpados y...
Regístrate para leer el documento completo.