ciencia de la tierra
Se trata de una serie de círculos concéntricos fácilmente visiblesdesde el espacio, desde donde destacan en mitad de la monotonía e uniformidad del desierto más grande del planeta. Una especie de enorme diana para jugar a lso dardos. Dardos colosales, claro está.Pero en contra de lo que se pensó la primera vez que un astronauta viera la Estructura Richat, esta formación circular no es el el cráter de un viejo meteorito caído en la Tierra. Este capricho de laNaturaleza se formó sin intervenciones externas y sus círculos que presentan distintos colores son en realidad capas de rocas sedimentarias, metamórficas, e ígneas que fueron empujadas a la superficieterrestre por poderosos movimientos del magma interno de la Tierra que actuaron sin interrupción a lo largo de cientos de milloens de años. Marea solo pensarlo.
Este colosal ojo de buey, inclusodespués de que se haya estudiado y certificado su formación a través de procesos internos de la corteza terrestre, sigue fascinando al mundo y excitando la imaginación de muchos que tratan de ver en élalgún tipo de señal sobrenatural o extraterrestre. Lo cierto es que resulta imposible observar imágenes de la Estructura de Richat sin estremecerse.
La Tierra es un cíclope cuyo único ojo gigantesco seencuentra 21 grados al norte del Ecuador, en el desierto Maur Adrar, en el extremo occidental del inmenso desierto del Sáhara, dentro del territorio de Mauritania. La estructura de Richat, como seconoce, es un peculiar accidente geográfico de 50 kilómetros de diámetro y color azul cobalto formado círculos concéntricos de basalto y rocas volcánicas, de las que obtiene su forma y colores...
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