Cuento El Viejito
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El viejito
Sobre todo era algo cansado. Estaba ahí, como algo perpetuo, ora llorando, ora orinado, ora gritando. ¿Quién dice que es fácil deshacerse deun viejito? Ya varias veces lo saqué a la calle con la excusa de un paseo y procuré siempre acudir a los lugares más concurridos, donde pudiera ser fácilperderse entre la multitud. Pero ni eso funcionó. Y así lo traía, asido de mi mano, con la misma insistencia de un niño, con la inocencia de un becerro encaminado almatadero pero con ese colmillo inconfundible de sus ochenta y ocho años; qué bien se presentía el viejito que yo lo que quería era perderlo. Aún toda suobstinación y sus ganas de andar pegado a mí yo aprovechaba cualquier oportunidad para despegarme y huir sin voltear atrás, esperaba ansioso el anuncio de alguna tragedia,algo que me liberara de una vez por todas de esa carga en que se había convertido el infeliz. Pero nada. El viejito es duro y siempre vuelve.
Varias veceshube de pagar taxi en la entrada de mi departamento, una millonada de taxi pues el viejito se iba caminando hasta las colonias más remotas, pero bien que se habíaaprendido de memoria mi dirección, y yo sin dinero para dejar ese departamento, que era el más barato que había podido encontrar luego de años de búsqueda. Y paracolmo el viejito volvía cagado. Dos veces tuve que pagar el lavado de interiores de los taxis porque hay los traía todos apestosos y los choferes furiosos,timbrando desesperados a mi puerta con el fundado temor de que la dirección dada por el viejito cagado estuviera mal. Luego quién les iba a pagar el inconveniente.
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