***Día del desfile***
desumen: Al término de los años noventa, caracterizados por el predominio de lo económico sobre lo político, América Latina ha iniciado un retorno a la política como variable definitoria de sí misma, sobre todo en América del Sur. Hoy, más que nunca, los modelos políticos internos son los que determinan la política exterior de los países de la región.
En nuestra región, es un lugar comúnrecurrir a la vieja pregunta de si es posible hablar de “América Latina” como una sola entidad. ¿Es correcto postular su integración? ¿Hay un proyecto de unidad? La cuestión no está saldada. No obstante, uno de los aportes recientes más esclarecedores ha sido el de Mario Vargas Llosa, en su disertación titulada “Sueño y realidad de América Latina” (presentada en el Seminario Internacional “AméricaLatina: ¿integración o fragmentación?”, organizado por la Fundación Grupo Mayan, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, el Woodrow Wilson International Center for Scholars y esta revista en abril de 2007, en la ciudad de México), donde trata de explicar por qué muchos pensadores han intentado alejarla de Occidente y convoca a realizar, en lo político, proezas semejantes a las de los creadoresde la cultura latinoamericana; para ello, recomienda “menos delirios, más sensatez y racionalidad”.
No puede negarse que existen procesos vinculados al desarrollo económico y político que guardan estrechas similitudes en toda la región: colonización ibérica en el continente; guerras de independencia; creación de los Estados-nación; formación intelectual de las élites del siglo XIX; inserción enla economía internacional como proveedores de materias primas; esquemas de industrialización sustitutiva; modelos y regímenes políticos. En suma, existe una compleja agenda que nos asemeja, y que permite a analistas y observadores referirse al conjunto caracterizándolo como una unidad.
En materia de patrones de inserción internacional, encontramos diferencias y paralelismos históricos asociados ala geografía, a la dotación de recursos, a las alianzas diplomáticas y a las lecturas políticas del mundo. Postulando una singularidad latinoamericana, sí puede afirmarse que, en términos generales, los países de la región modificaron en tiempos recientes su agenda externa más por razones económicas que ideológicas. Con la excepción del régimen castrista, en la América Latina de los noventa losprocesos de apertura económica, reforma del Estado y privatizaciones demandaron cambios de política exterior asociados a las transformaciones internas, cuando en el mundo el fin de la Guerra Fría fue lo que en gran medida explica el cambio de los paradigmas externos.
Tras estas salvedades, corresponde analizar, finalizada la década de los noventa, las vinculaciones existentes entre modelospolíticos y política exterior. Se trata de un retorno al análisis clásico, en el cual la política está jerarquizada y la economía ocupa un lugar menos relevante, algo desacostumbrado, ya que la disciplina económica ejerció una virtual hegemonía en el espacio de las ciencias sociales latinoamericanas. Obviamente, la inversión de los paradigmas y el retorno a “primero lo político” tienen su explicación: laspolíticas económicas aplicadas en los noventa impactaron en el tejido social de la región al incrementar las brechas sociales. En algunos casos ese impacto hizo caer a los regímenes políticos; en otros, los gobiernos debieron hacerse cargo de políticas públicas activas y de contención social.
Esta lectura resulta insoslayable en América del Sur, pero no necesariamente apropiada para interpretarla realidad centroamericana y mexicana. En el istmo centroamericano la agenda política está fuertemente asociada a temas específicos; por ejemplo: la relación preponderante con Estados Unidos, las diásporas que vertebran una red anglohispana, las migraciones, el narcotráfico y la creciente integración intra y extrarregional. Regresando a la vinculación entre esa geografía latinoamericana y...
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