DESARROLLO TRABAJO
DESARROLLO TRABAJO
HISTORIA UNIVERSAL
RODRIGO GONZÁLEZ
MARIO MARTÍNEZ
PEDAGOGÍA EN HISTÓRIA Y GEOGRAFÍA PARA ENSEÑANZA MEDIA (V).
UNIVERSIDAD BERNMARDO O´HIGGINS
FORMAS DE HACER HISTORIA
PETER BURKE.
CAPITULO: “HISTORIA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO”.
Intentar escribir un texto sobre la objetividad y la subjetividad en la historia es una tarea compleja: compleja enespacio, pues abarca demasiados ángulos; y en tiempo, pues podríamos remontarnos a las críticas que se hicieron entre ellos los ‘padres’ de la historia occidental respecto de la historia que buscaba poner como preeminencia absoluta “lo objetivo”. Voy a comenzar a partir de las reflexiones que me generó la lectura, precisamente porque hace aportes en torno al sujeto y lo intrínseco del sujeto y entorno a ese espacio (espacio-temporalidad, para los historiadores) en que se construye la lectura entre el sujeto y el objeto. Y no es extraño que inicie por acá, pues la ideología no podría más que estar centrada en el sujeto y viceversa (si bien difícilmente se podría reducir al espacio de la subjetividad).
La ideología tiene una relación con el poder: la legitimación del poder de un grupo o delde la clase social dominante.
Entonces en ese punto surge algo interesante. Primero, que la fuente de los Historiadores son situaciones que se dan dentro de un juego de poderes. Segundo, que luego son leídas a partir de descripciones mediadas por ese juego de poderes. Tercero, que el Historiador, el sujeto, en diversas ocasiones lee ese objeto que ya posee dos juegos de poder a partir de supropio juego de poder.
Aquí entonces salta el siguiente interrogante: si la historia y el historiador cumplen un papel en la legitimación del poder, ¿de qué objetividad o de qué subjetividad podríamos hablar en semejante escenario cínico? La historia promociona creencias. Es decir, la historia contribuye a la mistificación del poder. Si la historia en general ha sido, en gran parte, hasta losinicios del siglo XX, y después ha sido una historia política, valdría la pena pararnos en la diferencia que se establece entre política e ideología, pues ello nos ayudaría a entender la historia política como el objeto de estudio que ha sido.
Ya en el siglo XIX, Marx, Engels y otros perciben bien que los humanos se engañan a sí mismos en relación con el significado de sus propios actos; y reconocenque sobre la conducta de una persona, los individuos externos pueden proporcionar una explicación más convincente de lo que se puede decir de sí mismo. Luego vino la concepción del inconsciente freudiano, en el que un conjunto de apariencia –estructurales, si se quiere– incluye la falsedad en su verdad. Posteriormente –en una síntesis en la que seguramente estamos dejando otros pensadores por elcamino– llegó la noción sobre el consciente y el inconsciente frente al sujeto “historiador”.
Burke expone que las tendencias culturales y sociales no pueden analizarse de la misma manera que los acontecimientos políticos, que requieren una presentación más estructural. Y plantea un dilema: si explicamos las diferencias de comportamientos sociales en diversos periodos mediante discrepancias en lasactitudes conscientes o las convenciones sociales, corremos el riesgo de caer en la superficialidad; por otro lado, si los historiadores explicamos las diferencias de comportamiento a través de la diversidad de la estructura profunda del carácter social, corremos el riesgo de negar la libertad y la flexibilidad de los agentes individuales en el pasado.
Lo histórico no es un mineral o un vegetal,un objeto independiente, sino el resultado (¿subjetivo?) de los procesos de conocimiento. De hecho, ¿el tiempo, la temporalización, acaso no es un invento humano, un requerimiento creado por nuestras sociedades? Es valioso reconocer que, en el siglo pasado, la crítica a la noción del hecho histórico nos llevó al desarrollo de la historia política, y luego la de la historia económica y social, a...
Regístrate para leer el documento completo.